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viernes, 18 de noviembre de 2011

Torturas en centro de menores de Ceuta

CEUTA, 27 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una decena de antiguos y todavía internos en el centro de reforma de menores de Punta Blanca, en Ceuta, han aportado al Juzgado de Instrucción número 4 de la ciudad autónoma, en el marco del proceso abierto hace 32 meses para la investigación de la comisión de supuestas torturas en sus dependencias, otras tantas testificales para que sean incorporadas a las diligencias en las que aseguran haber sufrido y visto hasta este mismo año malos tratos, vejaciones, amenazas, humillaciones, amenazas y drogas en las instalaciones.
Todas las declaraciones, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso Europa Press, coinciden en que al menos entre 2004 y 2011, periodo en el que, en diferentes etapas, han permanecido acogidos en Punta Blanca, algunos monitores y celadores recurrían, con la anuencia de sus superiores, a engrilletar "durante días" a algunos niños a sus camas desnudos, sin colchón ni ropa de cama e incluso "con un objeto en la boca para no poder gritar".
"Durante mi primera estancia [entre 2004 y 2005]", ha declarado y ratificado ya ante el Juzgado uno de los testigos, L.M.A., "fui atado frecuentemente a la cama sin que existiera motivo para ello: me esposaban de pies y manos sin ropa, sin colchón ni ropa de cama y me colocaban un objeto en la boca que me impedía gritar y sólo me permitía respirar a duras penas".
La práctica de este tipo de sujeción mecánica de forma extendida y sin control médico fue el detonante de la denuncia ante la Fiscalía que CCOO de Ceuta presentó en enero de 2009 tras tener conocimiento de estos presuntos hechos a través de un trabajador, que sigue gozando del estatus de testigo protegido. "Llegué a estar en estas condiciones hasta cuatro días seguidos, sin permitirme ir al servicio a hacer mis necesidades, teniendo que orinarme encima en estas condiciones y sin que se me soltase una mano para poder comer, teniendo que hacerlo como un animal: se me decía ’Búscate la vida, come como puedas", asevera L.M.A.
M.A.A., otro ceutí que pasó por Punta Blanca tres veces entre 2006 y 2009, afirma que a él sí se le dejaba libre un brazo para alimentarse durante los "días" que pasaba "con un artilugio consistente en correas que me impedían totalmente el movimiento y que me sujetaban al somier de la cama, a la que se le había retirado el colchón".
Las testificales también dan cuenta del sometimiento a los jóvenes a aislamiento total durante semanas, e incluso meses, privados no sólo de compañía, sino también "de cualquier otra distracción". "En una ocasión fui castigado con un mes continuado en aislamiento sin permitirme salir de la celda ni un minuto", refiere A.J.M.B., quien añade que "de forma habitual, cuando me encontraba en mi celda, se me impedía acudir al servicio para hacer mis necesidades, teniendo que hacerlo en una botella; si se trataba de heces fecales, se me impedía totalmente, teniendo que hacerlo en el suelo de la habitación o en los pantalones".
A.A.L., que ha permanecido en Punta Blanca hasta marzo de este año, subraya que durante su estancia en el centro, "debido a las deficientes condiciones de higiene que existen en el mismo", contrajo sarna. I.M.A. dijo que la comida se le servía "fría y con restos de insectos y cabellos humanos".
"ASÍ TENDRÁS MÁS CARA DE SICARIA"
Desde enero de 2009 la defensa legal de la plantilla del centro, que se ha querellado contra los dirigentes de CCOO por atentar contra su honor, y sindicatos como CSI-F han cuestionado la credibilidad de los testimonios aportados destacando que "nunca" se han denunciado hechos similares en las "visitas periódicas" del juez, el fiscal y el Defensor del Pueblo.
L.M.A. recuerda haber estado, sin embargo, tres meses sin ver a ninguno de ellos entre 2004 y 2005. Desde 2007, cuando sí presentó una denuncia por una agresión de un celador, dice no haber tenido noticias de la investigación judicial de la misma. "En las entrevistas que mantenía con el juez siempre había presente algún monitor o educador o, incluso, la directora o el subdirector: en la puerta del despacho había también siempre un celador y un vigilante de seguridad, por lo que nunca pude hablar a solas con él; un menor, llamado Z., que en una ocasión se quejó ante el juez de la calidad de la comida, fue castigado en aislamiento nada más terminar su entrevista con el magistrado", añade. M.A.A. refrenda su relato.
I.C.M., que ha solicitado protección tras dar su testimonio este año todavía como interno, también afirma haber denunciado en septiembre de 2008 hechos de esta naturaleza "por los que se instruye una causa en uno de los juzgados de la ciudad".
"Dos semanas antes de que saliera en libertad", aporta la joven N.A.A., que dejó Punta Blanca en mayo pasado, "el director me dijo que tuviera cuidado porque tenía una cita con la Fiscalía días después; estas formas amenazantes son comunes en casi todos los educadores, lo que provoca una sensación de miedo entre los internos, que lo que quieren es tener beneficios y salir de allí lo antes posible". "La ropa sucia se lava en casa, cuidado con lo que cuentas", rememora que oyó en otra ocasión L.M.A.
La privación de asistencia médica también se repite en varias testificales, como la de esta interna femenina que asegura haberse fracturado la nariz golpeándose contra la puerta de su habitación. "El otorrino me vio dos meses después del golpe después de mucha insistencia mía porque me dolía hasta respirar: me dijo que no podía hacer nada porque ya se había soldado la lesión", asevera antes de recordar que la directora del centro le dijo entonces "así tendrás más cara de sicaria". Aparte de las agresiones a manos de ciertos monitores y vigilantes de seguridad —"cuando golpeaban con las porras a los internos procuraban hacerlo en las manos, para fracturarles los dedos, alegando que el menor se había caído o autolesionado", señala A.J.M.B.—, las supuestas "humillaciones" son otra constante en las declaraciones judiciales.
"Algunos eran muy buenos y por ellos más de uno no se quitó la vida". "Tu aquí no eras nada. Eres menos que una colilla en la calle. Eres una basura", dice L.M.A. que se le advertía. "Vas a ser una yonqui toda la vida" y "no entiendo cómo las chicas pueden estar contigo", afirma haber oído a una educadora, "cuestionando mi orientación sexual", N.A.A., quien asegura conocer a "determinado personal del centro" que "proporciona droga a los menores para tenerlos tranquilos en su turno".
A.A.L. también dice que en una ocasión un celador le ofreció "dos paquetes de ’rapé’, sustancia prohibida en el centro —un preparado de tabaco para ser consumido por vía nasal—, para que no dijese nada sobre la supuesta paliza que había escuchado cómo le propinaba a un compañero. Las declaraciones coinciden en no generalizar la práctica de estas actuaciones a todo el personal del centro. Casi todas ellas repiten los mismos nombres de monitores y celadores como "maltratadores que más se distinguían", aunque también reconocen que "algunos eran muy buenos y gracias a ellos más de uno no se quitó la vida durante el tiempo que estuvo preso".