PÁGINAS

martes, 7 de octubre de 2014

Un ébola llamado PP

Si es que lo del Ébola se veía venir, no me digan que no. Los médicos habían avisado de que los recortes en Sanidad habían mermado las capacidades de nuestro sistema para lidiar con una amenaza tan peligrosa como este virus. Expertos españoles en epidemias no ocultaban que era un riesgo innecesario dadas las ínfimas oportunidades de salvar a los dos religiosos contagiados y repatriados. Hasta última hora se dudaba si llevar a los enfermos a uno u otro hospital. El gobierno improvisando que es gerundio. 
Pero al PP no le importó saltarse las advertencias y poner en riesgo la salud de todo el país para apuntarse un éxito mediático disfrazado de humanitarismo. Disfrazado, sí. Un año antes las autoridades españolas habían denegado la repatriación a una economista española gravemente enferma que había emigrado a Argentina en busca de trabajo. Su traslado era demasiado caro, dijeron, sin embargo costaba casi 6 veces menos que los 800.000 euros que costó traer a los misioneros, por no hablar de los gastos derivados de aislarlos en un hospital. La Iglesia, por cierto, no puso un duro a pesar de sus ventajas fiscales, del dinero que le damos cada año y de sus abarrotadas arcas. La caridad se la pagamos nosotros a través de un gobierno que quería ganar puntos ante la Conferencia Episcopal y votos en las urnas.
Ahora el tiro le ha salido al PP por la culata, como tantos otros, como consecuencia de sus propios errores. El gobierno está probando su propia medicina. Solo deseo que por su culpa no tengamos ninguna muerte más que lamentar. Por lo pronto ya hay una enfermera contagiada de Ébola que puede morir y que ha estado circulando con el virus. La patética, poco tranquilizadora y balbuceante intervención de la ministra Ana Mato no nos ha explicado por qué esta mujer no se sometió a periodo de aislamiento después de tratar con el misionero enfermo ni por qué la mandaron a casa después de presentarse con unas décimas de fiebre en el hospital. Hace unos días Ana Mato aseguraba que el riesgo de contagio de Ébola en España era prácticamente imposible, pero hay que recordar que esta señora no sabía que tenía un Jaguar en su garaje ni que la Gürtel le pagaba los viajes y el confeti de los cumpleaños de sus hijos. No es de fiar.
No se puede tener al frente de un ministerio del que depende la salud del país a una incompetente que no se responsabiliza de nada de lo que ocurre a su alrededor. Recordemos también que el mejor momento del día, según sus propias palabras, es cuando el servicio viste a sus hijos. No es que tenga que hacerlo ella, podría hacerlo su marido, pero por lo que se ve todo en la vida de Ana Mato se lo hacen los demás. Hasta cuando le han preguntado en la rueda de prensa si habría alguna dimisión, le ha pedido a su asistente que conteste. Ella es como el Ébola, no se la ve pero es letal. Las mata callando.
Así que ahora somos el primer país de Europa con un contagio del virus letal. Otro vez los primeros por la cola. Otra chapuza nacional de la Marca España. Otro demérito de este gobierno que une a sus mentiras y ajustes, la incapacidad. No contento con arruinar un sistema sanitario que era una de las joyas de este país poniendo en peligro la vida de los enfermos, ahora además el PP nos ha puesto a todos frente al riesgo de una epidemia mortal. Como no vas a dimitir, Mariano, al menos deberías cesar a la ministra responsable de esta pifia monumental. Aunque la culpa no es solo suya, es de quien la puso ahí.
Dicen ya algunos expertos, antes de que se conozca el resultado de la investigación, que el contagio se ha debido solo a un error humano. Toma, claro, no va a ser un error divino, aunque tenemos ministros capaces de asegurar que la Virgen nos sacará de esta. Pero nada de esto hubiera ocurrido si este gobierno no hubiera corrido tantos riesgos innecesarios. El problema no es que se incumpliera algún protocolo, el problema es que no se siguieron los protocolos necesarios para evitar que Ana Mato sea ministra de Sanidad. El problema es que el PP de Rajoy es un Ébola político. Todo lo que toca, enferma y muere.