PÁGINAS

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Derecho a la intimidad o a la impunidad?

¿A qué tiene miedo la señora Hernández? ¿Qué tiene que ocultar? Es la pregunta que no paro de realizarme ante la respuesta que me ofreció la vicepresidenta del Gobierno de Canarias y también Consejera de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda después de interesarme el pasado 12 de mayo sobre los obstáculos que encontramos para visitar algunos centros de menores de La Palma.
Su respuesta me pareció tremendamente equivocada y fuera de lugar. Y lo siento mucho sobre todo por la alarma que está generando porque la justificación no convence a nadie. Apeló al "derecho a la intimidad de los menores", como si nuestra presencia en dichos centros, autorizada previamente por el Parlamento y supervisada y consentida por las direcciones de los mismos, implicara alguna vulneración de estos derechos. Esto es algo que no se sostiene.

Se equivoca la señora Hernández, y lo más triste es que esta actitud hace pensar que los centros tienen algo que ocultar. Más que el "derecho a la intimidad" de las niñas y niños, lo que parece proteger es el "derecho a la opacidad o a la impunidad” de quienes tienen la responsabilidad de garantizar su bienestar.

Una de las labores de los partidos en la oposición es el control al Ejecutivo, en eso consiste nuestro trabajo. Hace menos de un año se publicó la Ley 26/2015 de 28 de Julio, de Modificación del Sistema de Protección a la Infancia, que nace con el fin de mejorar los instrumentos de protección jurídica de las y los menores, y construir una referencia para las comunidades autónomas en el desarrollo de su respectiva legislación en la materia.

En este momento en Canarias estamos en pleno proceso de adaptación de nuestro sistema de Protección de la Infancia a la nueva legislación. Nuestro “perverso” interés en visitar estos centros no tiene otra razón que la de conocer cómo está afectando la nueva normativa y su nivel de aplicación en los distintos centros de menores del Archipiélago.

En mi condición de diputada he tenido la oportunidad de visitar varios hogares y centros de menores tanto en Gran Canaria como Tenerife, algunos de ellos concertados y gestionados por entidades colaboradoras, y otros, gestionados directamente por los Cabildos, como por ejemplo, en Tenerife, a través del IASS. Siempre he solicitado y obtenido las autorizaciones pertinentes del Parlamento y las visitas han sido guiadas y supervisadas por las personas responsables. A lo largo del recorrido, además de enseñarme las instalaciones, me han explicado el funcionamiento del centro, el número de niñas y niños residentes, edades, tiempo medio de estancia, relaciones con sus familias biológicas, planes y perspectivas de futuro, etc. Nunca me he quedado a solas con las o los menores. Todos los permisos fueron concedidos ajustándose a derecho, siguiendo rigurosamente el procedimiento que exige el Parlamento de Canarias a través de la Mesa y sus letrados ¿Están todos equivocados a la hora de conceder estos permisos?

El trabajo que estamos desarrollando en este campo se está haciendo con la máxima transparencia, eso sí, con un gran sentido de la responsabilidad, discreción, sensibilidad y cautela. Además, con un escrupuloso respeto a la intimidad de las niñas y niños que tienen su hogar en estas casas o residencias.

Llevo una gran parte de mi vida dedicada a trabajar por los derechos de la infancia, lo he hecho en distintos ámbitos y territorios, estatal y autonómico, y conozco bien la complejidad de las distintas modalidades de acogimientos de menores declarados en desamparo. Durante años de estudio y trabajo en colaboración con distintas organizaciones, he aprendido sobre todo que cada comunidad autónoma es un mundo, que los datos no siempre están completos ni son del todo fiables, pero sobre todo, que casi nunca reflejan la realidad desde un punto de vista cualitativo. Que junto a grandes profesionales, que se entregan a su trabajo con una inmensa dedicación, vocación y cariño, hay otros, educadores y educadoras que ni tienen la formación adecuada ni están tan felices con el desarrollo de su trabajo. Que hay demasiadas bajas, muchas de ellas por depresión, y poca estabilidad laboral en demasiados centros, con las consecuencias que esto conlleva. Conocer estas circunstancias laborales y las causas que las provocan, nos parece imprescindible para mejorar la calidad de un trabajo tan importante y que incide de forma tan directa en el bienestar de nuestras niñas y niños tutelados.

Estas criaturas no necesitan sólo un buen edificio que cumpla con todas las normativas de habitabilidad, precisan también educadoras y educadores bien formados, con la titulación y conocimientos adecuados, que puedan ejercer como tutores y tutoras de resiliencia de estas chicas y chicos, a los que por alguna razón sus familias no supieron, no pudieron o no quisieron cuidar. Sus circunstancias vitales son casi siempre muy duras. Son las hijas y los hijos de “los nadie”, niñas y niños invisibles, y con mucha probabilidad, si no hacemos algo en serio por remediarlo, las futuras generaciones de las y los “nadie”.

Estamos ante un tema de altísima sensibilidad pero que desgraciadamente no es relevante ni visible para mucha gente porque sólo afecta a una pequeña parte de nuestra población, no más de 1400 menores actualmente en Canarias, un sector que no vota, y sus familias, normalmente en situaciones difíciles, tampoco. Por lo tanto, este asunto no suele estar en la agenda de la mayoría de los partidos políticos, salvo por honrosas excepciones de personas que, a título individual, han mostrado una mayor sensibilidad y compromiso con esta parte de la población olvidada.

Créanme que pensaba que la señora Hernández, con sus luces y sombras, era una de ellas y que podríamos trabajar de forma conjunta y constructiva para seguir avanzando en este tema. Sin embargo, para poder hacerlo, es imprescindible conocer la realidad de la situación de los centros de menores en Canarias. La respuesta de la señora Hernández es tan incomprensible y desconcertante que me genera una enorme preocupación ¿Es solo torpeza política o de verdad tienen algo que ocultar?

Yo desde aquí le digo, deje de hacer mala política con este tema y ponga todas las herramientas, recursos y voluntad necesaria para mejorar la vida de nuestras niñas y niños más vulnerables. Si lo hace así, sepa que podrá contar con nuestro apoyo, si no, no lo dude, nos tendrá de frente. Tenga la valentía de actuar sin trampas ante un asunto tan delicado. Es su obligación y responsabilidad.

María del Río, diputada de Podemos por Lanzarote (eldiario.es)