PÁGINAS

jueves, 19 de enero de 2017

La cara "carcelaria" de las casas de acogida a maltratadas


“Se dice que las casas de acogidas de todo el país son espacios creados para que les permita reflexionar sobre su situación personal y planificar su futuro, apoyarlas y reforzar su autoestima y la de sus hijos e hijas y para que encuentren los medios necesarios que posibiliten su independencia y autonomía de cara a su plena recuperación personal y su inserción sociolaboral. Pero la realidad es bien distinta”. Este testimonio es de Jessica Fillol, nacida en Sabadell en 1981 y bloguera profesional, lo cuenta con detalle en su página personal Y tendré yo la culpa si las cosas son así…

Perfecta muestra de ello son los vídeos que adelanta Diario16.com. En este trabajo elaborado por las integrantes de la asociación gallega Ve La Luz –que permanecieron en huelga de hambre en la Puertal del Sol durante la manifestación feminista del pasado 7-N y se enfrentaron cara a cara con la violencia machista que ejerció un grupo de padres que supuestamente pretendían defender de este modo el derecho a la custodia compartida– se pueden escuchar testimonios de mujeres supervivientes de la violencia machista que estuvieron residiendo en la casa de acogida de A Coruña y también de trabajadoras del mismo centro.

Los testimonios son estremecedores y destapan una realidad que hasta ahora pasaba completamente desapercibida por la opinión pública en general. Falta de libertad, restricciones incomprensibles, atención sociosanitaria deficiente, son algunas de las lagunas que algunas mujeres acogidas y ex trabajadoras del centro de A Coruña denuncian en estos vídeos ahora hechos públicos. Las entrevistas a supervivientes y trabajadoras del centro gallego han sido realizadas por la presidenta de la Asociación Ve la luz, Gloria Vázquez.

Fillol denuncia que son precisamente las mujeres que viven temporalmente en estas casas de acogida las que “muchas veces” son sometidas a un “régimen carcelario” alegando que es “por su propia seguridad”, al tiempo que sus agresores, muchas veces con órdenes de alejamiento en vigor “y penas irrisorias”, que en su gran mayoría no llegan a entrar en prisión, “y se pasean a sus anchas, tan campantes, mientras sus víctimas deben vivir recluidas y con miedo a volver a encontrarse cara a cara con sus agresores”, cuenta la activista.

Desde la asociación Ve la luz se resalta que las denuncias sobre la casa de acogida de A Coruña no son “un caso aislado”. Las denunciantes aseguran que “son muchas las casas de acogida, como la de A Coruña, que en vez de actividades de recuperación, restringen a las mujeres allí acogidas víctimas de violencia de género al acceso a psicólogos, servicios jurídicos y ayudas económicas”.

Estos testimonios directos tanto de ex trabajadoras como de supervivientes de violencia de género que han tenido la valentía de alzar su voz para pedir ayuda pese a que en su momento se las obligó a firmar un contrato de confidencialidad que en principio les impedía contar lo que allí sucediera son claros y contundentes de una realidad oculta que pocos conocen de la labor que realizan los centros de acogida en España.

Los cinco testimonios a los que ha tenido acceso Diario16.com son estos:

Testimonio 0. Pleno municipal A Coruña. Intervención de la Asociación Ve la luz.


Testimonio 1. Ex trabajadora casa de acogida de A Coruña.

Esta ex trabajadora cuenta que las presiones a las que están sometidas las mujeres acogidas es tal que llegan a recibir amenazas, vejaciones y coacciones, e incluso llegan a enfrentarse por la comida. “En muchas ocasiones, además de la violencia sufrida en su relación, son también sometidas a violencia institucional, expulsadas de las casas de acogida, estigmatizadas y condenadas a vagar durante días por las calles porque no tienen a dónde ir”, explican en la Asociación Ve la Luz.

También las ex trabajadoras de estos centros que en su día fueron amenazadas y expulsadas de sus puestos de trabajo hoy deben seguir ocultando su identidad para poder difundir sus testimonios de lo que ocurre tras los muros de estas casas de acogida.


Testimonio 2. Ex trabajadora.

“Esta es la voz de quienes son amenazadas, sometidas a la extorsión, represaliadas y expulsadas por no responder al perfil de carcelaria, por entregar a escondidas a las supervivientes de violencia de género y a sus hijos e hijas una botella de agua, un yogur o un pañal extra a escondidas, por darles un abrazo prohibido o simplemente por escucharlas”, denuncian desde la Asociación Ve la luz.

Racionamiento de alimentos, agua, pañales, toques de queda, prohibiciones de llamar por teléfono, condiciones de insalubridad, restricciones a psicólogos, amenazas, extorsiones, expulsiones, difamación… Todo esto ocurre, según estas ex trabajadoras, en un centro cuyo objetivo es crear un espacio de acogida con apoyo personal, psicológico, jurídico y social para conseguir devolverles la dignidad a quienes han sobrevivido a una de las peores formas de violencia, a quienes se siguen encontrando en una terrible situación de emergencia.


Testimonio 3. Superviviente de violencia de género en la casa de acogida de A Coruña.
La voz distorsionada que se escucha en esta grabación telefónica es de una de las supervivientes que con su hijo residió en la casa de acogida de A Coruña. A pesar de que hace apenas unos meses que salió de esta “cárcel” o “casa del terror” –como ellas mismas la denominan–, ella aún no puede mostrar su voz ni su imagen  porque tiene miedo a represalias.


Testimonio 4. Superviviente de violencia de género en la casa de acogida de A Coruña.
Aquí, una víctima de violencia de género que llegó a la casa de acogida de A Coruña con sus hijos detalla cuál es el “programa de atención y apoyo” del centro. Hace ya más de seis meses que salió de allí despavorida con el trato recibido.
Desde las 7:30 horas, antes de que puedan ocuparse de sus hijos y llevarlos al colegio, comienzan las actividades en el centro o “cárcel”, como ellas lo llaman: poner el desayuno a empleadas y demás trabajadoras, recoger, limpiar y por último desayunar ellas y sus hijos.
El resto de la jornada la pasan fregando y limpiando las instalaciones, pero ni a ellas ni a los niños les está permitido asomarse a las ventanas a tomar el aire o simplemente mirar a quienes circulan por las calles. Pero, contradictoriamente, sí deben limpiar los cristales, “porque por lo visto cuando limpian cristales no corren peligro de ser vistas…”, denuncián desde Ve la luz. Tampoco les está permitido hablar por teléfono y leer la prensa.