Paco Castejón, Doctor en Físicas y una de las voces más autorizadas de la lucha antinuclear española, acaba de presentar el informe Fukushima, el accidente y sus secuelas en el tercer aniversario, donde se detallan las causas y las consecuencias de este accidente y sus repercusiones en la industria nuclear mundial y en la española, con dos referencias obligadas: Garoña y el cementerio nuclear de Villar de Cañas.
¿Cuál es la situación de Fukushima en estos momentos?
Tras tres años del accidente y a pesar de que Japón es uno de los países más desarrollados tecnológicamente, debemos concluir que la situación en estos momentos sigue siendo catastrófica. Tras el desastre se han producido 201 incidentes de diversa consideración. Algunos de estos accidentes serían de tipo 4 según la escala INES (International Nuclear Event Scale), es decir muy graves.
En la actualidad sigue habiendo 52.000 personas que no han podido volver a sus casas debido a la persistente contaminación nuclear de cientos de kilómetros cuadrados. Miles de niños no pueden jugar en el exterior. Viven en condiciones de emergencia social, sanitaria y ambiental. Nadie sabe cómo va a afectar el desastre de Fukushima al desarrollo psicológico de todos estos niños.
Los reactores 4, 5 y 6 ya fueron vaciados del combustible gastado, a través de labores de altísimo riesgo. Sin embargo, los reactores 1, 2 y 3 todavía siguen siendo refrigerados constantemente con aguas marinas. Estos tres reactores ya se sabe que están parcial o totalmente fundidos, lo que hará muchísimo más penosas las labores de desmantelamiento. Es casi seguro que se optará por hacer tres grandes sarcófagos que deberán permanecer vigilados y reparados para siempre.
¿Qué lecciones debemos extraer de Fukushima pasados ya tres años de la catástrofe?
La lección fundamental es que la tecnología nuclear precisa de una constante que la naturaleza no puede garantizar. Tú puedes tener todo bajo control, hacer gammagrafías y creer que tienes todo calculado y… la realidad fluida de un planeta en constante cambio desbordará tus previsiones a través de variables que ni siquiera habías imaginado. Hay que tener en cuenta que las centrales nucleares, además de tener una seguridad interna, deben tener en cuenta que están ubicadas en realidades físicas de difícil control y en gran medida imprevisibles, lo que hace que estas centrales sean auténticas bombas en potencia. No se puede garantizar la seguridad de una central nuclear al 100%. Por ello, lo más sensato es prescindir de esta fuente energética.
¿Qué ocurrió con la nube radiactiva que se produjo tras el colapso de los reactores?
La nube radiactiva que se originó tras el desastre, llegó a poderse medir en las costas españolas, lo que fue sintomático de su dimensión. El viento en Fukushima soplaba hacia el noroeste, lo que fue una suerte porque en el suroeste estaba Tokio con una población, contando con su área metropolitana, de más de 25 millones, lo que hacía imposible su evacuación. A pesar de todo, los niveles de radiación en Tokio subieron a 8 veces lo normal. La nube llegó de forma intensa a unos 120 kilómetros de distancia de su origen. Las dosis de hasta 20 milisievert (unidades de radiación), que es 4 veces la dosis que puede recibir una persona expuesta en un año llegaban hasta los 40 kilómetros de los reactores.
¿Y el trabajo de descontaminación?
Está siendo muy peligroso y complicado. Hay que tener en cuenta que los primeros meses quienes desarrollaron de manera increíble ese trabajo fueron voluntarios de edad avanzada, porque su metabolismo es más lento y por tanto es más difícil el desarrollo de determinadas dolencias. Sin embargo, según ha ido pasando el tiempo este trabajo ha tenido que ser desempeñado por gente poco cualificada en condiciones de escasa seguridad. Hay que denunciar que TEPCO, la empresa responsable de estas centrales, reclutó a indigentes. Incluso recurrió a la yakuza japonesa para hacer que este reclutamiento fuera más efectivo.
Fukushima se ha caracterizado, a diferencia de Chernóbil por verter al mar ingentes cantidades de aguas radiactivas. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de estos vertidos?
La fuga de millones de litros de agua radiactiva al mar es una característica única del accidente de Fukushima. Su gravedad es de tal magnitud que resulta difícil calcular los resultados medioambientales, sociales, alimentarios y económicos.
La primera fuga fue de 7.000 litros de agua radiactiva de alta intensidad por hora durante más de 20 horas seguidas. Días después TEPCO tuvo que liberar al mar otras 11.500 toneladas de agua radiactiva de menor intensidad. Desde entonces las fugas al mar se han seguido repitiendo. El último vertido que se ha producido ha sido este febrero pasado. El agua radiactiva en este caso no ha llegado al mar. Se ha quedado de momento en tierra, pero de no congelarse a través de aire líquido, lo que será una operación carísima, terminará llegando al mar a través de las escorrentías subterráneas. Es lamentable que Rajoy, de visita en Japón, dijera el mismo día de este vertido que en Fukushima todo estaba controlado. Es buena muestra de su sensibilidad y rigor.
La radiactividad está penetrando en la cadena trófica marina, y su posible extensión debido a la movilidad de los agentes marinos es inevitable. Es urgente que se comience a desarrollar una investigación seria y rigurosa para saber cuáles son las medidas a tomar para paliar la contaminación marina que, más tarde o más temprano desembocará en nuestra propia especie.
Fukushima ha puesto encima de la mesa a culpables y héroes, sin embargo en los medios de comunicación no siempre se refleja cuales son los unos y los otros.
Han confrontado dos actitudes radicalmente diferentes. De un lado la de quienes de manera casi anónima han arriesgado la vida en labores de control y descontaminación. Aún está por saber cuáles serán las consecuencias de esta labor solidaria y responsable en la salud de estas personas. De otra parte se encontraban TEPCO y el Gobierno, creando una red de opacidad, falseando la realidad hasta que esta fue innegable, e intentando a través de sus mensajes minimizar la dimensión y consecuencias del desastre. Y de fondo, una opinión pública japonesa cada vez más contraria a la energía nuclear.
¿Por qué cuándo aún no se puede saber la globalidad de los daños producidos en Fukushima muchos se han apresurado a decir que lo de Chernóbil fue mucho más grave?
Hay muchos aspectos que diferencian los dos accidentes. Pero lo cierto es que cada uno con características bien diferentes han alcanzado el mayor valor en la escala que mide la intensidad de los desastres nucleares. Se está intentando articular desde la industria nuclear internacional, en connivencia con algunos gobiernos, un mensaje de frivolidad que minimice los impactos de Fukushima. Pero la realidad es tozuda e innegable. El desastre de Fukushima no fue, sigue siendo.
¿Hasta qué punto los test de estrés son una medida suficiente a la hora de estimar si una central se cierra o permanece abierta?
Hay que ser rotundos en esto: los test de estrés a los que se someten las centrales nucleares en modo alguno garantizan la seguridad completa de estas centrales. Francia, uno de los países más nuclearizados del mundo, ha intentado por todos los medios que en esos test no se tenga en cuenta la posibilidad de una incidencia externa humana. Hay que recordar que Al Qaeda contemplaba en sus manuales como objetivos estratégicos diferentes centrales nucleares, por lo que tenían de simbólico y porque su destrucción diseminaría una imparable ola de muerte. La nuclear es una carrera hacia una perfección imposible.
¿Cuál es la situación mundial de la industria nuclear tras Fukushima?
Fukushima le ha hecho mucho daño a la industria nuclear. Primero, porque el desastre ocurre en un país tecnológicamente puntero y dentro del esquema democrático occidental. Segundo, porque el accidente se produce a través de causas exógenas a la propia central, lo que evidencia la inseguridad de cualquier instalación nuclear. Por ello, muchos países se han replanteado sus políticas con respecto a la energía nuclear, como es el caso de Japón. De sus 50 reactores ya han cerrado 14. En Europa, Alemania cerrará todos sus reactores en 2.022. Suiza va a prescindir completamente de sus centrales, a pesar de que el 40% de su energía proviene de ellas. Berlusconi tuvo que retroceder en su empeño nuclear debido a la oposición de una sociedad que rechaza de manera rotunda este tipo de energía. Excepciones a esto es China, que mantiene los proyectos comenzados, Francia con una apuesta pública por lo nuclear que la lleva a exportar esta tecnología, siendo una de sus referencias económicas más estratégicas, y Finlandia que está construyendo la central de Olkiluoto con más de siete años de retraso y un desfase económico de cerca de 4.000 millones de euros. Por cierto, que la empresa adjudicataria de esta obra es la francesa pública Areva.
Denos algunas claves para comprender la realidad nuclear de España.
Por un lado, hay que poner el acento en una poderosísima influencia de la industria nuclear a través de las grandes eléctricas en los diferentes gobiernos, que busca la perpetuación de un negocio cuyo margen de beneficio es inmenso.
Por otro, hay que hacer un esfuerzo en nuestra memoria histórica y recordar que la energía nuclear española tiene su origen en los acuerdos establecidos por el franquismo y los Estados Unidos, que cedieron tecnología nuclear como soporte para la lucha anticomunista en un contexto de guerra fría.
Finalmente, la tercera clave es aquella que guarda relación entre la energía nuclear y el rechazo a una mínima sensibilidad democrática, ya que la sociedad española es una de las más manifiestamente antinucleares del mundo. Siempre han negado el debate nuclear, siempre nos han hurtado el derecho a decidir sobre una fuente energética que nos pone en riesgo a todos.
¿Cuáles son los riesgos reales de Garoña?
Garoña es una central nuclear especialmente peligrosa. El principal problema de Garoña es la corrosión del circuito primario. Un problema que viene aquejando a esta central desde principios de los 90 y que solventan mediante trampeos técnicos. La situación del barrilete y de las tuberías hace que sus condiciones sean realmente críticas. El Consejo de Seguridad Nuclear ha detectado hasta 120 elementos degradados en esta central. Se calcula que los costes de las reparaciones que necesitaría Garoña ascenderían a más de 100 millones de euros. Con un problema añadido, y es que Garoña se encuentra en la cabecera del Ebro.
¿Qué se esconde realmente tras el Cementerio nuclear de Villar de Cañas?
Nos encontramos con la peor referencia política intentando rentabilizar una infraestructura profundamente insegura y antisocial. La señora Cospedal ha hecho bandera y se ha empeñado personalmente en traer a Villar de Cañas el cementerio nuclear. Cuando digo interés personal lo digo en un doble sentido: primero afianzando su poder político, mostrándose como benefactora que es capaz de traer recursos a su Comunidad, y el segundo sentido es el de meter a su marido en el asunto. Su marido está contratado por la ingeniería de Iberdrola, que ha recibido varios contratos de edificación de este cementerio nuclear. Pero es que además ha puesto a la cabeza de ENRESA a su mano derecha, Enrique Gil Ortega, antiguo alcalde de Ciudad Real, que ha sido muy contestado desde ese ámbito por su falta de conocimientos en la materia. Realmente, se trata de un asunto muy radiactivo.