Felipe González Márquez
fue el primer presidente de un partido “socialista” tras la muerte de Franco. A
continuación se explica el caso ejemplar del proceso de creación de un partido
político, con raíces históricas pero desaparecido hasta el momento, que se
financió desde el extranjero, para encaminar la transición española por los
cauces que les interesaban a los “inversores”. Los socios de Europa no tardaron
en cobrarse la “ayuda”.
González, la fundación de FES, la socialdemocracia alemana, los Flick y otros millonarios
El PSOE actual nació del
Congreso de Suresnes en 1974, ganando las elecciones ocho años después de su
creación. El partido que fundó Pablo Iglesias en 1879 dejó de existir bajo las
siglas PSOE cuando el desideologizado ‘PsoE renovado’, liderado por Felipe
González, se hizo con el mando del partido (respaldado por gran parte de la
socialdemocracia europea), purgando a los socialistas de la vieja guardia.
Dos años antes, en el
Congreso de Toulouse de 1972, el PSOE había vivido un cisma que había escindido
al partido en dos: el PSOE del exterior, formado por los socialistas del exilio
y encabezado por Rodolfo Llopis que pasó a llamarse ‘PSOE Histórico’; y el PsoE
del interior, conformado por un grupo de jóvenes capitaneados por Felipe
González y en menor medida Alfonso Guerra, que se denominó ‘PsoE renovado’.
Entre 1967 y 1970, la
Fundación Friedrich Ebert (FES) estaba dirigida por Günter Grunwald. Los
ingresos se obtenían mediante subvenciones de los ministerios federales,
principalmente del Ministerio de Desarrollo Exterior y mecenas privados o
públicos, y tenían, entre otros fines, la financiación de sus proyectos de
“colaboración internacional”. En sus centros de formación, se preparó a los
futuros altos cargos que tendrían que iniciar la expansión económica de sus
respectivos países.
Ya a partir de mediados
de los años ’60, la FES realizó maniobras de entrismo en el PSOE, pero hasta
septiembre de 1967 no empezaron oficialmente las relaciones entre el PSOE y la
FES, que acabaron durante la etapa Llopis, en 1970.
Llopis se preguntaba
sobre los verdaderos promotores de estos cursillos. ¿Quién los financiaba
realmente? ¿Por qué tanto interés en saber si estaba dispuesto el Secretario
General del PSOE a colaborar con la FES en sus planes para España? ¿Para qué
pretendía la FES formar jóvenes cuadros de un nuevo PSOE, cuyo papel consistiría
en cogestionar la transición desde la oposición, y luego dirigir la
modernización del Estado español?
En la plana mayor del
PSOE de Toulouse no estaban dispuestos a entregarse ni política ni
culturalmente a los designios de la socialdemocracia alemana, y pusieron por
encima de todo la independencia del partido y del sindicato, porque intuían que
aceptar la colaboración con la FES significaba perder su independencia.
La oposición se mantuvo
hasta que los nuevos dirigentes del PsoE nacido en los congresos de Toulouse
(8/72) y Suresnes (10/74), decidieron respaldar y ayudarse del asesoramiento
político y económico de la fundación socialdemócrata alemana.
La decisión de la
Internacional Socialista en 1974 de otorgarle al PsoE de Felipe González su reconocimiento
y apoyo, fue en gran medida influenciada y apadrinada por Carlos Andrés Pérez,
por entonces Presidente de Venezuela y líder de Acción Democrática. Él y el
archimillonario Gustavo Cisneros le ayudaron generosamente en su campaña del
82. Éste último se cobró el favor dos años después, comprando Galerías
Preciados por 1.500 mill pts, tras la expropiación de Rumasa, y revendiéndola
tres años después por 30.000 mill. Los contribuyentes perdimos 28.500 mill.pts,
pero se forjó una bonita amistad. En sus numerosos viajes a Venezuela, siempre
en avión privado, González se aloja en la reserva natural que posee el magnate
en Carabobo.
Para situar el contexto
histórico, conviene decir que en 1975, la posibilidad de que los comunistas se
hicieran con el poder en Portugal y en Italia era real. Tampoco era impensable
que un posible avance de la tendencia contagiase a España, y el ya poderoso PCE
de Carrillo acabase dominando la situación política tras la muerte de Franco.
Para intentar evitar el avance del comunismo en el Mediterráneo, los dirigentes
alemanes decidieron implicarse más, tanto económica como políticamente, en el
apoyo de los partidos moderados del sur de Europa.
Ese mismo año, Koniecki
(delegado de FES en México) plantea a Nicolás Redondo y Pablo Castellanos que
la FES realice actividades a favor de la UGT y del PSOE. Ambos solicitan y
obtienen de Grunwald el traslado de Koniecki a España. A finales de noviembre,
coincidiendo con la muerte de Franco, se instala en Madrid. A partir de 1976,
la actividad de la Fundación en España iría en aumento, siempre a favor del
PSOE y de la UGT. Las cantidades invertidas ascendieron para el periodo
1975-1980 a 20 millones $. Muchos aspirantes emprendieron viaje hacia la sede
de la FES a partir de 1976, o asistieron en Madrid a cursillos de formación. La
decisión de Willy Brandt (presidente del Partido Socialdemócrata Alemán, con
una enorme influencia en la política europea) de apadrinar a González en 1975,
fue esencial para su consolidación política y proyección internacional.
El caso Flick estalló en
1981, cuando una inspección del fisco alemán descubrió un documento contable
que recogía pagos en efectivo a políticos de todos los partidos representados
en el Bundestag, incluidos dos ministros de Economía que perdonaron al consorcio
impuestos por valor de unos 450 mill €. Entre 1969 y 1980, Flick había
financiado, con 1.300 mill€, a todos los partidos representados en el
Bundestag.
Compró la retirada de
Rainer Barzel y del grupo parlamentario democristiano para dejar vía libre a
Helmut Kohl. El nombre de Kohl también figuraba en la relación de sobornados.
El gerente de su consorcio, Eberhard von Brauchitsch, lo llamaba cínicamente
“el cuidado del paisaje político”. Aquel “paisaje” incluía a España y, más
concretamente, al PSOE.
Durante la transición,
entre 1978 y 1981, las donaciones a España y Portugal ascendieron a unos 3,3
mill€. En 1984 un diputado socialdemócrata alemán declaró haber tenido
conocimiento de una entrega de un millón de marcos a sus socios en España. Las
primeras donaciones procedían de los fondos reservados creados durante el
gobierno socialdemócrata-liberal de Helmut Schmidt (1974-1982), con el
consentimiento de todos los partidos parlamentarios.
La financiación de los
partidos la gestionaban cuatro fundaciones alemanas, especialmente la Friedrich
Ebert, vinculada a la socialdemocracia, que servían de tapadera a la red de
corrupción política y financiera. En 1984 una comisión de investigación
concluyó que Friedrich Flick había financiado ilegalmente durante años a todos
los partidos alemanes. Parte de ese dinero había servido para que los
“socialistas” españoles y portugueses ganasen las elecciones.
Los pilares de la
dinastía Flick, principal soporte económico gestora de la fundación, se
establecieron con el ascenso de los nazis en 1933, consolidando el segundo
emporio siderúrgico del III Reich, con una plantilla de 48.000 trabajadores
forzosos procedentes de los campos de concentración. Cuando en 2001 se
acordaron las pírricas indemnizaciones que les correspondían a los
supervivientes, los Flick se negaron a pagar absolutamente nada. En 1985,
Friedrich Karl Flick, vendió empresas al Deutsche Bank por 970 millones €.
En 1985, durante la
comisión de investigación en el Congreso, Carrillo le preguntó al representante
de Flick : “Tengo entendido que el señor Flick fue condenado por el Tribunal de
Nuremberg como criminal de guerra nazi. Y creo que usted es hijo del general
que fue jefe del estado mayor de Hitler… Entonces, ¿cómo se explica que ustedes
financien al PSOE?” Von Brauchitsch no vaciló en la respuesta: “Tratábamos de
cerrar el paso al comunismo, y el partido mejor situado para hacerlo era el
PSOE”.
Felipe González, que
alguna vez pronunciara la célebre frase: “No he recibido ni un duro, ni una
peseta, ni de Flick ni de Flock”, fue desmentido por los mismos implicados en
esa misma comisión, al admitir éstos que la FES había destinado a España un
millón de marcos (lo que se había podido o querido demostrar), aunque sólo
admitieran haberlo hecho hasta un año antes de que se prohibiera a los partidos
españoles recibir donaciones extranjeras.
Años después, Felipe
González reconoció haber recibido dinero proveniente de Alemania: “Era dinero
para una causa noble”, dijo. Desde que dejara la política activa, el Sr González
se codea con la más alta “aristocracia” de la oligarquía capitalista y sus
representantes. Sus paseos por su finca con playa privada en Tánger, le sirven
para cerrar tratos con Mohamed VI, su vecino e hijo de su amigo Hasan II, con
el que siempre tuvo detalles, como otorgarle créditos para comprar en el Estado
Español material militar, negocios en los que también intervenía nuestro Rey
Emérito.
La Transición:
Socializando deudas, privatizando beneficios.
Y como después de
invertir, hay que recoger beneficios, a partir de que González llegó al poder,
empezó la fiesta de la privatización y el europeismo. Todas las grandes
empresas públicas españolas (más de cien) se financiaron y se dotaron de una
valiosa infraestructura en las décadas de los 50 y 60, con la sangre y el sudor
de nuestros abuelos y con los impuestos de nuestros padres. A partir de 1984,
empezamos a malvenderlas, por poco más de 55.000 mill € en total, según el
propio SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales).
Los inversores
amortizaron la compra (incluyendo los sueldo millonarios y “comisiones”) en
menos de diez años. Sectores como la electricidad, las telecomunicaciones
(Telefónica), la distribución de petróleo (Repsol), la explotación de las minas
(Hunosa), la metalurgia pesada (Altos Hornos), el transporte ferroviario
(Renfe) y aéreo (Iberia), producción y distribución de tabaco (Tabacalera
Española)… eran monopolios estatales capaces de proporcionar servicios básicos
a precios asequibles, y cuyos beneficios revertían en el Estado. Con las
privatizaciones acabaron en manos de los “mercados”, los inversores, los
accionistas (Tarea iniciada en esta etapa pero que continuó el gabinete de José
Mª Aznar -PP- ).
También había sectores
mixtos, como el bancario, donde convivían bancos (privados) con cajas de ahorro
(públicas). Como Argentaria, una corporación que unía a las bancas de
titularidad pública creada en 1991 por Felipe González y que iniciaría su
privatización tan sólo dos años después, fusionándose con el Banco Bilbao Vizcaya
en 1999 y convirtiéndolo así en uno de los bancos más importantes del país.
Desde el 2004, año en que
se liberalizó el sector eléctrico, la factura media ha subido un 80%. Los
Bancos se han comido a las cajas de ahorros, y chantajean al Estado. El ICO
(Instituto de Crédito Oficial) depende de la banca privada para conceder dichos
créditos aumentando la deuda. Las grandes multinacionales y las normativas
europeas (favorables a sus intereses) han acabado o van camino de acabar con
las pequeñas empresas, tanto en el sector industrial como en el alimentario. La
estrategia para ampliar “inversiones”, en virtud de la cual entramos en el
Mercado Europeo, requería privatizar recursos a precio de saldo para los
inversores patrios y extranjeros, y anular de paso nuestra capacidad productiva
(y militar, desde que entramos en la OTAN).
Felipe González ha
cobrado con creces sus treinta denarios por regalar lo que no era suyo; pero
habría que calcular los beneficios obtenidos por todas las privatizaciones y
subcontrataciones para saber hasta que punto son obscenas las cifras de renta
de los grandes inversores de su amañada apuesta.
Ya a partir de mediados
de los ’90, empezamos a sufrir las consecuencias de privatizar y/o desmantelar
los medios de producción estatales (y con ello, ahogar nuestra capacidad
productiva), y de delegar nuestra capacidad legislativa en la antidemocrática y
opaca UE, renunciando así a nuestra autonomía y soberanía y quedando a expensas
del capitalismo global. Y es que no estamos sufriendo ninguna crisis, sino la
deriva lógica del capitalismo, que tiende a la concentración de capital. Por
eso los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez somos más pobres y
somos más. Nuestra capacidad productiva y comercial está regulada por leyes y
acuerdos comerciales internacionales que favorecen a los grandes inversores,
que son los que financian los partidos políticos que los elaboran. Mal negocio
hicimos, cuando decidimos (?) seguir las órdenes del “Mercado” Europeo. No solo malvendieron la herencia de nuestros
padres y abuelos, sino que robaron el futuro de vuestros hijos.