lunes, 22 de agosto de 2016

Desentrañar las fisuras del sistema

 Prólogo del libro Es mi hija

Conocí a Francisco Cárdenas en el otoño de 2010, durante la presentación del libro Molly. Historia sobre los centros de menores en Cataluña, que escribí junto al periodista Jesús Martínez. Resultó sorprendente que, al mismo tiempo y sin conocer su historia, ambos hiciéramos las mismas indagaciones para desentrañar las fisuras del sistema de protección de menores.

Él desde su propia tragedia personal; nosotros desde el oficio periodístico. Ambos motivados por la sospecha, luego confirmada, de que la Administración puede cometer errores. Nos impulsaba la necesidad de contar una historia, que era también la de muchas personas. Pero no pudimos conocernos antes de la presentación del libro, y me sentí desgraciado por esto. Cárdenas pudo haber sido una de las 30 fuentes consultadas para el desarrollo de Molly, quizás la más útil e informada, tanto, que ahora su propia historia toma cuerpo en este libro. Cuando muchas personas tratan de ocultar una información es un indicio de que se trata de un tema relevante para la sociedad.

Es lo que ha ocurrido con Molly y con el libro de Cárdenas. Lo han intentado funcionarios, políticos y hasta responsables de algunos medios de comunicación. Afortunadamente, España ya no es una dictadura, pero todavía sufre de resaca autoritaria. Cuando se niega el acceso a documentos públicos, cuando los responsables políticos dan explicaciones ambiguas, cuando se toman decisiones  irreparables en la vida de una familia sin la intervención de un juez, estamos ante vicios que un país democrático debería enmendar. Cárdenas, que no es periodista pero que lo parece, se ha enfrentado a todo esto con el único recurso del amor a su hija. Y con esto ha conseguido que la sociedad se interese por su lucha, desde su intervención en el parlamento catalán, en las concentraciones con decenas de padres como él, hasta las reuniones a puerta cerrada con altos cargos que han concluido con la indiferencia, la condena o una disculpa.

Sin embargo, Cárdenas no sólo se ha encontrado con gente que desea silenciarlo. También ha conocido mucha gente que reclama que se conozca su caso, que han hecho suya su demanda, como son las 500 personas que pertenecen a la asociación que él ayudó a crear. A estas hay que sumar todos los menores que, en ocasiones, tienen una opinión diferente a la de los funcionarios del sistema de protección de menores; los abogados que les representan porque entienden que enfrentarse a la Administración no es fácil pero a veces vale la pena; la familia extensa de estos niños que ha sido ignorada como alternativa para la tutela; los psicólogos y los trabajadores sociales que han visto de cerca las fisuras del sistema que algunos insisten en tapar con inútiles parches; el Defensor del Pueblo y el Síndic de Greuges, que han señalado en sendos informes las graves deficiencias que aún esperan ser corregidas…

Para Cárdenas publicar este libro no ha sido fácil. Primero tuvo que luchar durante tres años en los tribunales para que esta obra tenga sentido, para que el relato madure, de manera que justifique su existencia. A diferencia de otros libros publicados por personas ajenas al oficio de la escritura, esta no es una obra producto de la vanidad ni la arrogancia. Si a Francisco Cárdenas no le hubieran separado de su hija, a lo mejor nunca habría tenido la necesidad de hacerlo. Por eso hay que leerlo como lo que es: un libro necesario para comprender lo que está funcionando mal en el sistema de protección de menores.

Gustavo Franco Cruz, Periodista