martes, 27 de septiembre de 2016

La dictadura de la maternidad y la censura de los servicios sociales

Diariamente, desde hace años, reflexiono sobre el peso de los mitos relacionados con la maternidad y el obligado e impuesto rol de madre. De cómo no puedes sacar los pies del tiesto y hacer las cosas de otra manera sin que se te eche la censura encima y te acosen a juicios y críticas por todas partes.
Hoy quiero compartir uno de tantos episodios surrealistas y grotescos que he vivido en mi vida relacionados con este tema.

Carta al alcalde a raíz del trato recibido por los Servicios Sociales del pueblo donde vivo. A día de hoy, 17 de Mayo, sigo sin respuesta.
“***, 14 de Enero de 2016

Me llamo M***, soy una persona de 45 años, de género femenino, cisgénero, heterosexual y tengo una hija y un hijo de 17 y 15 años respectivamente, de quienes soy madre biológica y a los que he criado, educo, mantengo, cuido y acompaño en su desarrollo y crecimiento como personas YO SOLA desde hace más de 13 años, lo que implica que he tenido que trabajar como una mula para que pudiéramos salir adelante en casa.

Desde Octubre del año 2002 saco adelante sola a mi familia y mi casa. Mi hijo tenía entonces 1 año y medio y mi hija 3 años y cumplió 4 en ese mes. Hace más de 13 años que, con épocas de abundancia y épocas de escasez, estoy sacando adelante SOLA todo esto. He tenido jornadas de 11 y 13 horas de trabajo, trabajo días laborables y fines de semana y no he dejado nunca de estudiar y formarme para ir pudiendo acceder a trabajos mejores que nos aportaran más estabilidad y calidad de vida en casa. Ello ha sido a costa de jornadas interminables de trabajo y de estudio por las noches y los fines de semana. Otras veces trabajando también en fines de semana.

A mis hijos no les ha faltado su madre nunca. He viajado por trabajo por Andalucía y Extremadura y he organizado siempre mi agenda para poder volver desde Granada, Jaén, Málaga y Badajoz… ida y vuelta en el día y llegar a tiempo del cuento antes de dormir, del ratito de escuchar sus aventuras del día y darnos los besos de buenas noches. He recorrido hasta 1200 km en un día para dar las buenas noches a mis hijos. Presupuestos, correos electrónicos, albaranes, facturas… me esperaban noche tras noche hasta la hora que fuera de la madrugada, una vez mis hijos se dormían.

He madrugado durante todos estos años para tener tiempo de enseñar a mis hijos a lavarse y vestirse solos, con alegría y sin prisas, fomentando su autonomía y que nos diera tiempo a desayunar juntos en casa los tres para empezar cada día y a que se cepillaran los dientes antes de ir llevarlos a la guardería, aulas matinales y colegio.

Los fines de semana que estaban conmigo, mientras fueron pequeños los hemos pasado saliendo de excursión, en parques, playa, sierra… visitando museos, yendo a actividades culturales de gran diversidad, montando en bici, haciendo senderismo… daba igual, siempre estábamos juntos y además nos llevábamos con nosotros a mi sobrino mayor, que por entonces era el único.

Yo nací persona, socialmente reconocida como mujer. Era persona antes de casarme y convertirme en “esposa”, seguí siendo persona mientras estuve casada, era persona antes de tener a mis hijos y seguí siendo persona después de parirlos, amamantarlos y convertirme en lo que la sociedad define como “madre”. Seguí siendo persona después de separarme y divorciarme y sigo siendo una persona hoy, 14 de Enero de 2016 y seguiré siendo una persona hasta que me muera.

Usted se preguntará, señor alcalde, qué sentido tiene esta introducción, pero apenas siga leyendo lo verá con claridad. La delegada ya está al corriente de lo que voy a contar.

Como persona que soy, existo, tengo una identidad, unos derechos, unas necesidades, aspiraciones, sueños en mi vida, proyectos, objetivos… tengo una existencia como ser humano, independiente de mi categoría social como madre y la seguiré teniendo hasta que me muera.

A finales de verano de 2013, no puedo precisar la fecha exacta, acudí a Servicios Sociales de esta localidad para pedir ayuda. Debido al exceso de trabajo y la presión económica que ya en 2008 empecé a tener, tuve un serio problema de ansiedad y estuve en tratamiento durante un tiempo. En este periodo, mi hija entró en el instituto y en el segundo año empezó a tener problemas. Mientras pude pagar ayuda profesional, lo hice, pero llegó un momento en que las dificultades económicas empezaron a ser muy serias y no pude seguir contando con ayuda profesional privada, por lo que acudí a Servicios Sociales a pedir ayuda para mi hija en particular y  para los tres como unidad familiar.

Con el ánimo y la determinación de ayudar a mi hija, pedí a su padre implicación y colaboración, pese al enorme coste personal, emocional, mental y de dignidad que suponía hacer esto y pese a la oposición frontal de mi hija. Creía entonces que aún existía la posibilidad de que este señor ejerciera como padre y eso ayudara a mi hija.

En Servicios Sociales adquirieron unos compromisos con mi hija que nunca cumplieron. Mª Ángeles, que fue siempre muy amable con nosotras, se comprometió a venir 1 día a la semana para reforzar el trabajo que iba a hacer mi hija y revisar que lo hacía. Nunca volvió. Vino la 1ª vez a casa y  no volvió más. Mi hija las 2 primeras semanas se esforzó en mantener su compromiso, pero desistió en cuanto vio que Servicios Sociales no le hacía caso.

Posteriormente, tuve una entrevista con Conchi, la psicóloga y con el padre de mis hijos. Tener que hablar de cosas mías íntimas y personales delante de este señor, en respuesta a las respuestas de Conchi fue humillante y doloroso, pues eran cosas que no eran ni son de su incumbencia, dado que hacía 11 años entonces que nuestra única relación era la recogida y entrega de los niños y mis reclamaciones de pensión alimenticia. Creí que era por el bien de mi hija y acepté pasar ese mal rato.
Lo siguiente fue una citación de esta señora, Conchi con otra persona, creo que es Asistente o Trabajadora Social, llamada Susana. Y aquí es donde viene la razón y sentido de este escrito.

EN MI  VIDA ME HAN TRATADO PEOR. JAMÁS HE SUFRIDO ALGO TAN ABERRANTE COMO LO QUE SUFRÍ AQUEL DÍA CON ESTAS DOS SEÑORAS.

Mi cita era a las 9,00 de la mañana. Me hicieron esperar bastante rato, pero entendí que son cosas que pasan y esperé pacientemente. Qué tenían estas señoras en su cabeza no lo sé ni lo quiero saber. Solo sé que entré entre pasadas las 9,30 de la mañana y terminamos a las 14,55 horas. En ese intervalo de casi 5 h sufrí el interrogatorio y la operación de acoso y derribo más espantosa de la historia de mi vida.

He sufrido acoso sexual en el trabajo, maltrato psicológico y emocional por parte del padre de mis hijos (como consecuencia de ello estuve años en el Instituto de la Mujer haciendo terapia psicológica y reconstruyéndome como persona), he caído enferma por sobredosis de trabajo, me he caído redonda al suelo con un ataque de ansiedad en el aeropuerto de ***, de donde fui recogida con extrema delicadeza por dos miembros de la Guardia Civil, viví un largo proceso de ERTE y ERE donde el maltrato y acoso a los trabajadores y trabajadoras fue la tónica habitual… no sé, he sufrido muchas situaciones espantosas y dolorosas en mi vida y situaciones en las que se ha atentado contra mis derechos como ser humano y mis derechos constitucionales y laborales y le puedo asegurar que jamás me han maltratado, acorralado e interrogado como hicieron estas dos señoras.

He tardado más de 1 año en acudir de nuevo a Servicios Sociales por puro trauma y lo primero que hice fue preguntar si podía cambiar de asistente social, razón por la que me reuní con la señora delegada. Me niego a volver a hablar con esas dos señoras de Servicios Sociales. El trauma y la indignación por su comportamiento aún me afectan y me desestabilizan emocionalmente.

Llegado el caso, no tengo problema en decir todo esto delante de ellas. No tengo nada que esconder. Sí es cierto que preferiría no tener que hablar con ellas en mi vida.

Recordar con precisión esas casi 5 horas de interrogatorio a dos bandas me es imposible. Entre otras cosas, porque lloré tan amargamente y me machacaron de tal forma que hay espacios de tiempo de los que no recuerdo nada, sólo que me estaban acribillando y tampoco puedo poner en estricto orden lo que recuerdo.

Empezaron preguntándome por mi vida en ese momento y mi entorno en general, mis relaciones con familia, trabajo, etc. Ahí ya empezaron a despuntar cuando me dijeron que era inmaduro que yo hablara de mis cosas con mi madre y le contara mis problemas. Debo indicar que mi madre y yo somos muy independientes y tenemos una relación de independencia total, que hace que a veces estemos semanas sin hablar y aún más sin vernos, pese a vivir en el mismo bloque. Yo estoy siempre muy atareada con el trabajo, los niños, los estudios, la casa… y nos ocurre de modo recurrente esto que indico. No obstante, hablamos y nos mantenemos más o menos al día de todo. Explico esto para que quede claro que no tengo una relación dependiente con mi madre, ni mi madre es de esas madres que invaden el espacio ajeno, ni es controladora, ni se mete en donde no la llaman.

Bien, estas señoras me dijeron que la primera condición para que trabajaran conmigo era que dejara de hablar de mis cosas con mi madre. Ni lo entendí ni lo entiendo, porque no hablamos de un maltratador que quiere aislarme para poder controlarme, hablamos de Servicios Sociales.

A partir de ahí, se me entrecruzan imágenes y trozos de conversación que paso a referir. En total desorden de acontecimientos le diré que:
  • me preguntaron por mi vida sexual
  • me preguntaron si tenía orgasmos con facilidad cuando tenía relaciones sexuales o tenía dificultad para tener orgasmos
  • me preguntaron a qué edad había tenido mi primer orgasmo
  • me preguntaron si me masturbaba y desde que edad lo hacía
  • me preguntaron si de pequeña tenía fantasías sexuales con mi padre
  • me preguntaron si de casada me excitaba el sexo después de pelearme con mi marido. En este último punto, dada mi cara de asombro, le dijo Susana a Conchi “no va por ahí”. Ellas sabrán qué querían decirse con eso, yo no, ni lo quiero saber.
Me dijeron también:
  • que yo no había entendido que cuando una mujer se convierte en madre pasa a un segundo plano y desde ese momento debe vivir por y para sus hijos.
Cito a continuación unos fragmentos de los manuales educativos de la Sección Femenina de Franco porque el asombroso parecido me vino y me viene automáticamente a la cabeza:

“…Así como el que ha de seguir un oficio (…) no debe haber una sola madre que no estudie y se prepare para serlo. Vuestra misión es formar muchos hijos fuertes y sanos para Dios, España y la Falange. (Mercedes Suárez-Valdez Guía de la madre nacional-sindicalista, 1951) 
  • Horario para el ama de casa con marido y un hijo (fragmento):
  • Lunes:
    – De 6 a 7,30: levantarse. Hacer lumbre. Preparar desayuno, cocido, alubias, etc.
    – 7,30 -9: Arreglar dormitorio. Aseo personal. Mandar niño colegio.
    – 9-9,45: Compra. 9,45-10,45: Arreglo casa. 10,45-12: Preparar comida. Recoger niño colegio.
    – 12-12,30: Comida en familia.
    – 12,30-13: arreglar cocina.
    – 13-14: Preparar ropa para lavar. Llevar niño al colegio.
    – 14,15-17: Lavar ropa. Dejar en lejía.
    – 17,15-17,30: Recoger niño colegio. Merienda.
    – 17,30-19: Costura.
    – 19-20: preparar cena.
    – 20-20,30: cena en familia.
    – 20,30 a 21: arreglar cocina. Pensar comida. Echar legumbres en agua.
    – 21 a 22: acostar niño.
    – 22. Acostarse.
  • (Enciclopedia Elemental. 1957) Y así los otros seis días. Sólo hay un casillero en el que dice “bañar al niño”. Es el sábado entre 8,30 y 9 (PM). Pero para no desacompasar, ese día “cena en familia” y “arreglar cocina” van juntos, en la misma media hora.
“La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular —o disimular— no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria (…) es el estado más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes —vanidad, egoísmo, frivolidad— por el amor”. (Medina, semanario de la SF., 13 de agosto de 1944)  
  • que el padre de mis hijos pasando parte de la pensión alimenticia (que la pasa la abuela paterna, no él), cumplía perfectamente con sus obligaciones pues los hijos son responsabilidad de las madres y yo aún no me he enterado de eso. 
  • que yo tenía toda la culpa de los problemas de mi hija por haberme puesto enferma con ansiedad. (Debe ser que lo elegí voluntariamente…)
  • que había destrozado de por vida las vidas de mis hijos porque no había entendido cuál era mi verdadero papel como madre y era una inmadura y debía dejarme de tantas (cita textual) “tonterías de estudiar” y dedicarme de una vez a ser madre (supongo que debía haberme leído algún manual que no me he leído nunca. Véanse las citas anteriormente referidas).
  • que había sido una madre ausente al trabajar tantas horas y que eso era por dejadez mía porque si yo hubiera querido, habría buscado un trabajo sólo por las mañanas para poder estar en casa a la hora de comer y comer con mis hijos y estar por la tarde con ellos, en lugar de estar trabajando. Me dijeron que ellas “tienen un montón de amigas en mi situación de madre en solitario con hijos, que trabajan sólo por las mañanas y ganan 2.000 € al mes y que si yo no tenía un trabajo así era porque no me había dado la gana de buscarlo porque soy una floja”.
  • Susana me dijo que tenía “la cabeza llena de pájaros” y que soy (textual 100%) una “happy flower” que me creo muy guay y que voy de alternativa. Que ella lleva a sus hijos a un colegio alternativo y nunca los ha vacunado y no se le han puesto enfermos y no sé qué más cosas y no lo que yo hago, que no es alternativo sino inmaduro. (Quizás es que no existe un manual de Cómo ser una madre alternativa o yo no me lo he leído, con todos mis respetos y mucho sarcasmo. Discúlpenme, pero necesito ponerle humor antes que indignación).
  • Conchi me dijo que tengo complejo de pseudo-psicóloga y que uso terminología que no me corresponde (evidentemente que me dedique al coaching, la terapia en PNL y la mediación interpersonal, con toda la formación que conlleva, es un dato gratuito).
  • Conchi me dijo que tengo “la obligación de hablarles bien cada día a mis hijos de su padre hasta hacerles creer que tienen el mejor padre del mundo, sea o no verdad, pues si a mí me ocurre algo estos niños se van a ir a vivir con su padre y deben hacerlo creyendo que van con el mejor padre del mundo. Que yo debo entender que soy totalmente prescindible y debo hablar bien cada día del padre”. Según Conchi es “mi obligación como madre hablarle bien a mis hijos de su padre”. Cuando yo le pregunté qué quien les hablaba bien de mí a ellos, ella me dijo que de mí no tenía que hablar bien nadie porque yo sólo cumplía con mi obligación como madre. Cito a continuación otro fragmento de uno de los manuales educativos de la Sección Femenina de Franco que me vino automáticamente a la cabeza:
“La jerarquía familiar es el padre. No le viene al padre su autoridad de su fuerza física, o de la superioridad social o económica. Le proviene directamente de Dios(…) y la madre recibe la autoridad por participación en la del esposo” (SF: Formación político-social , 5° curso de bachillerato, 1965) 
  • durante esas horas absurdas, les pregunté una y otra vez qué sentido tenía todo eso que estaban haciendo, que me explicaran si era algún tipo de filtraje, de estrategia o herramienta con algún sentido o fin en concreto. No obtuve respuesta.
  • me dijeron que no querían conocer a mi hija, que yo necesitaba terapia y que ellas me la iban a hacer y que “no querían ni siquiera conocer a mi hija”. Yo les dije que si necesitaba o no terapia era yo quien lo decidía y que desde luego, en caso de necesitarla no iba a hacerla con ellas, que yo estaba allí para pedir ayuda para mi hija y me dijeron que ni siquiera la querían conocer, que primero había que hacerme terapia a mí y ya más adelante hablaríamos de mi hija.
  • A las 14,55 horas Susana se había ido unos minutos antes y le pregunté a Conchi qué significaba todo aquello y si me iban a ayudar con mi hija, que qué pautas me podía dar y me dijo textualmente “¿No pretenderás que hagamos tu trabajo? Eso eres tú la que lo debe descubrir. Busca tú las respuestas”. A lo que yo respondí que para eso había ido allí, para encontrar respuestas y le pregunté qué sentido tenía entonces la tortura a la que me habían sometido y ella me dijo “que las respuestas estaban en mí, que mirara hacia dentro para encontrarlas y que se tenía que ir ya” y fue el fin de esa monstruosa reunión.
Puede usted imaginar, señor alcalde, que aparte de mis lágrimas y pañuelos de papel, en esa casi 5 horas me dijeron muchas más cosas, que sinceramente, no recuerdo ni quiero recordar.

Estuve la semana pasada con la delegada, Dª ***, para pedir el cambio de asistente social y resto del equipo de familia y hoy 18 de Enero estoy terminando este escrito. He necesitado días para poder retomar este tema y revivir aquella espantosa mañana, en los que me ha costado dormir y mi estado de ánimo se ha visto muy afectado, aparte de sentir una rabia de proporciones épicas.

No contentas con esto, estas señoras se entrevistaron en alguna ocasión (el número exacto lo desconozco) con el padre de mis hijos en solitario, en un intento por parte de él de hacerles creer que quería la custodia de mis hijos. No entiendo que dos señoras supuestamente preparadas y profesionales y una de ellas psicóloga, no se dieran cuenta del perfil que tiene el padre de mis hijos y de que era todo una mentira. Creo que Susana no llegó a reunirse con él. Este señor, en ese periodo, le decía a mi hijo (con mi hija la relación siempre fue muy mala. Estuvieron sin relación alguna 3 años y medio hasta que yo, en este intento de ayudar a mi hija, medié para que se reconciliaran, reconciliación que duró apenas 4 meses antes de que este señor le pegara y agrediera verbalmente a mi hija y ella le pusiera una denuncia, de cuyo juicio por violencia doméstica hacia una menor estamos a la espera), pues le decía a mi hijo “que estaban ayudándole de Servicios Sociales de *** a que me quitaran su custodia y él se los pudiera llevar a vivir a (***, en otra comunidad autónoma)”.

 A sabiendas del perfil que tiene, no creo que las cosas fueran realmente así, me refiero a que quisiera de verdad llevárselos. Sí sé con seguridad que una vez al menos vino de *** a reunirse con ellas porque llamó a mi hijo para verle porque estaba en esta nuestra localidad. Y por comentarios que hicieron estas señoras en la última reunión, me cuadra este posible hecho.

Cuando en 2015, debía ser Abril o principios de Mayo, que mi hijo estaba inmovilizado en cama con una pierna rota, tuvimos que ir a hablar con estas señoras mi hija y yo. Ellas creían que era por el tema de la custodia y su sorpresa al conocer que era por la denuncia fue enorme. Cuando mi hija les dijo que no quería volver a ver jamás a su padre, ellas replicaron que al menos mi hijo sí y mi hija les dijo que su hermano tampoco. Que desde que le pegó a ella no tenían relación alguna con el padre, hecho que 1 año después se mantiene y que ninguno de los dos quería volver a verle más.

Conchi me dijo “creemos que algún momento has creído que nosotras estábamos de parte del padre para que te quitara la custodia de los niños”. (Excusatio non petita  accusatio manifesta…) A lo que yo respondí que no solo lo creía, sino que estaba completamente segura de ello.

Les pregunté que si ya podíamos irnos, dado que no había nada más que hablar y que ni a mi hija ni a mí nos gustaba estar allí y Susana replicó que a ella tampoco le gustaba verme, que yo soy (cito textual) “una persona insoportable”, que conocerme a mí había sido una experiencia de lo más desagradable y aquella mañana conmigo de las más desagradables de su carrera, que yo había llegado allí y me había puesto “a hablar sin control de cosas que a ella no le interesaban en absoluto” y que estaba de acuerdo en que podíamos terminar ya esa reunión. (Entenderán ustedes que no tengo costumbre de ir a ningún organismo a hablar de mis orgasmos, mis fantasías sexuales o si me masturbo pensando en mi padre…).

Conchi se ofreció a hacer terapia a mi hija, a lo que ella respondió que no, dando las gracias. Al salir me dijo mi hija mamá, ¿cómo esperan estas señoras que haga terapia con ellas después de decir delante de mí que eres insoportable y que conocerte ha sido lo peor de su vida?”

Y así, pese a llevar más de 2.750 palabras ya escritas, es como puedo resumirle los motivos que me llevan a solicitar que estas dos señoras no vuelvan a tener nada que ver conmigo ni con mis hijos ni con nuestro expediente ni con ningún dato mío, de mi hijos, de nuestras vidas… nada. Por favor, nada de nada.

La delegada ya ha hablado conmigo y yo estaré encantada de personarme donde sea necesario, en caso de que lo sea y hablar con quien corresponda. Lo único que ruego, atentamente, es que me permitan cambiar de asistente social, trabajadora social y psicóloga y en caso de no ser posible en *** nuestra localidad, se me autorice al traslado a algún otro centro de Servicios Sociales donde se me trate con humanidad, respeto y vocación de ayuda, que es lo que creo corresponde a un servicio público como éste.

Agradecida de antemano, les envío un cordial saludo y quedo a la espera de sus noticias o de la respuesta que corresponda. Muchas gracias.