
Después 
de haber cerrado las fronteras durante meses, de enviar a la policía y 
el ejército a reprimir a miles de familias obligadas a un éxodo que no 
han elegido, de hacinarlos en campos de internamiento en condiciones 
insalubres, los gobernantes de Europa han decidido liquidar el “problema
 de los refugiados” mediante el sencillo recurso de expulsarlos a todos.
 La burguesía ha vuelto a demostrar de la manera más cínica que su 
demagogia sobre “democracia”, “derechos humanos”, “acogida”, escoden una
 realidad despreciable. Para ellos sólo existen los beneficios, el 
lucro, y harán cuanto esté en su mano para defenderlos: recortes, 
privatizaciones, austeridad, despidos masivos, ataques a las libertades 
democráticas, guerras imperialistas.
Todo un 
programa que enfrentado a la llegada de miles de hombres, mujeres y 
niños que huyen de la barbarie y la destrucción, se convierte en 
políticas racistas y xenófobas que recuerdan mucho a las que adoptó el 
régimen nazi. Sobre la sangre, la miseria y el dolor de los refugiados, 
el capitalismo europeo y sus abogados defensores han vuelto a escribir 
una página de crueldad inimaginable.
¡La 
civilizada Europa! ¡Los valores de nuestra cultura occidental! Hoy, el 
sentimiento de millones de trabajadores y jóvenes del viejo continente 
está al lado de nuestras hermanas y hermanos sirios, iraquíes, afganos, 
de todas las naciones a las que el imperialismo europeo y estadounidense
 han reducido a escombros. Nuestro corazón y nuestra conciencia están 
con esos miles de hombres y mujeres, hacinados en tiendas de campaña a 
la intemperie del crudo invierno, anegados de lluvia y barro, tratando 
de evitar la muerte de sus hijos. Y toda nuestra rabia e indignación se 
dirige hacia esos gobiernos, de derechas y socialdemócratas, que han 
sido capaces de firmar la sentencia de muerte para miles de personas 
inocentes, haciendo oídos sordos al grandioso movimiento de solidaridad 
desatado en el mes de septiembre en cientos de ciudades europeas.
El 
acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para deportar a este país a 
todos los refugiados que llegan a través de Grecia, supone la 
liquidación en la práctica de los derechos democráticos para millones de
 personas extranjeras en Europa y consolida un discurso oficial que en 
nada se diferencia de la extrema derecha. No han tardado ni cuatro meses
 en convertir en papel mojado el “pacto” alcanzado para realojar a 
160.000 solicitantes de asilo. Así es la política capitalista. 
Presionados por la lucha de los trabajadores y la juventud intentaron 
escurrir el bulto de sus responsabilidades con vagas promesas. Pero 
ahora está claro todo: los refugiados son un enemigo más, y hay que 
aplastarlo cuanto antes.
El 
acuerdo firmado con Turquía incumple clamorosamente la propia normativa 
europea sobre el derecho de asilo, y supondrá la deportación inmediata 
de decenas de miles de personas y la muerte segura para muchas de ellas.
 Como ha reconocido la portavoz para temas de migración de la Comisión 
Europea, “la idea es que, a partir de ahora, todos los migrantes 
rescatados en aguas griegas sean llevados a alguna isla griega para un 
primer ‘cribado’. Los migrantes considerados ‘económicos’ serán luego 
deportados a Turquía para un nuevo ‘estudio’ de sus casos. Asimismo, 
todos los migrantes rescatados por la OTAN en aguas turcas serán 
llevados a Turquía, país que se encargará de definir su estatus”.
En precio
 a sus labores de carcelera y gendarme exterior, la dictadura turca 
—pues sólo se puede calificar de este modo al régimen asesino de 
Erdogan—recibirá 3.00 millones más de euros y el compromiso de acelerar 
su incorporación a la Unión Europea. Un paso decisivo en la política 
criminal que están llevando a cabo los gobernantes europeos dando la 
espalda a millones de personas que se encuentran en una situación 
desesperada. Incapaces de destinar unos mínimos recursos a paliar las 
necesidades más urgentes, prefieren invertir ese dinero para reforzar el
 FRONTEX (la policía europea de fronteras) y pagar a un gobierno como el
 turco para que haga el trabajo sucio.
Pretender
 ahora presentar a Turquía como un “país seguro” desde el cual es 
posible tramitar plácidamente el derecho de asilo, es una burla cruel 
que pone más de relieve la hipocresía de las democracias europeas. De 
hecho, mientras los líderes de la UE y Turquía se reunían en Bruselas 
para firmar este acuerdo de la vergüenza y la muerte, la frontera turca 
con Siria seguía cerrada para decenas de miles de solicitantes de asilo 
que huyen de Alepo, exponiéndolos a graves riesgos. El régimen turco se 
ha destacado en estos años por la brutal represión contra las 
organizaciones sindicales y políticas de la izquierda, y por su campaña 
de atentados y asesinatos políticos contra activistas del movimiento 
kurdo, al que también combaten militarmente. El régimen de Erdogan, como
 es público y notorio, es además un aliado fundamental del Estado 
Islámico (ISIS) al que financia y pertrecha de armas, que luego son 
utilizadas en atentados criminales como el del pasado mes de noviembre 
en París.
Si este 
es el trato que reserva el gobierno turco a sus propios ciudadanos ¿qué 
puede esperar una masa de personas despojadas de cualquier derecho civil
 o político? Por mucho que Merkel, Hollande, Rajoy y el resto de 
mandatarios europeos pretendan maquillar la realidad, el destino en 
Turquía de esos hombres, mujeres y niños será, en el mejor de los casos,
 su hacinamiento en campos de concentración, en condiciones inhumanas, 
sin la alimentación, el abrigo o los recursos médicos adecuados. Y en el
 peor, la repatriación sin ninguna garantía a sus países de origen, 
donde la suerte que les espera es una muerte probable.
Ni a los 
capitalistas europeos ni a quienes nos gobiernan les importa nada la 
suerte de ninguno de ellos. Especialmente vergonzosa es la actitud de la
 socialdemocracia europea, cómplice de este acuerdo y de esta política, 
en la que lamentablemente también hay que incluir a Tsipras y su 
gobierno. Por supuesto, esta “izquierda” que ha claudicado hace mucho 
tiempo ante la burguesía y los grandes poderes económicos, ahora se 
postra de rodillas ante estas decisiones inhumanas, xenófobas y racistas
 para aprobarlas y respaldarlas.
Las 
lecciones de lo que está ocurriendo con nuestras hermanas y hermanos 
refugiados son claras: sólo los trabajadores, la juventud, los oprimidos
 de todo el mundo, unidos por encima de las fronteras nacionales, de las
 diferencias de raza o de religión, podemos tejer una solidaridad real 
que termine, no sólo con las guerras imperialistas y la devastación que 
producen, sino con la explotación de la mayoría de la sociedad por una 
minoría privilegiada y la amenaza que se cierne sobre nuestras 
libertades y derechos democráticos. Por eso es necesario que toda la 
izquierda militante, social, política y sindical, levante un gran 
movimiento de masas contra este acuerdo y logremos que las fronteras de 
Europa se abran para los refugiados en condiciones dignas de acogida.
Hoy como 
ayer, la lucha por los derechos de los refugiados es también la lucha 
por el derrocamiento del capitalismo, por la transformación socialista 
del mundo.
¡Abajo el acuerdo UE Turquía! ¡Refugees Welcome!
Partidos, sindicatos y organizaciones sociales han convocado para el próximo 16 de marzo, a las 18.30 horas, concentraciones en las principales ciudades contra el preacuerdo sobre la acogida y devolución de refugiados alcanzado entre la UE y Turquía. Las protestas se celebran en vísperas de la reunión del Consejo Europeo que debe refrendar o tumbar el preacuerdo, que prevé la devolución a Turquía de los refugiados que lleguen a Siria.
Ente las entidades convocantes figuran PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU y Equo, los sindicatos CCOO, UGT y USO y las organizaciones Médicos del Mundo, Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Unicef-España, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo y Cáritas.
Estas entidades rechazan "el ilegal e inmoral acuerdo adoptado por el Consejo de Europa con Turquía sobre los refugiados, que evidencia de la insensibilidad de la UE y los Estados miembros ante la crisis humanitaria de los refugiados", según informa CCOO en un comunicado.
A su juicio, se trata de un acuerdo "vergonzoso" que "vulnera la Carta de Derechos Humanos, la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y la Convención del Estatuto del Refugiado; trata a los refugiados como moneda de cambio con el gobierno de Turquía y muestra el deterioro del proyecto europeo al trasladar la crisis de los refugiados fuera de sus fronteras".
CCOO insta al Gobierno español a no apoyar dicho acuerdo en la reunión del Consejo Europeo del 17 de marzo, y exige medidas urgentes ante la mayor crisis humanitaria a la que se ha enfrentado Europa.
