“No hay nada peor que arrebatarle a una madre sus hijos. Es el negocio
del dolor”. Así describe una integrante de la Marea Turquesa el drama
que viven miles de familias a las que el sistema ha retirado a sus hijos
y los ha internado en centros o entregado a familias de acogida. Detrás
de esta práctica institucional está la falta de recursos que ha
provocado la crisis y un lucrativo negocio.
La Marea Turquesa nació a principios de verano, cuando varias
asociaciones de todo el Estado como APNE (Andalucía), Familias del siglo
XXI (Madrid), Luchemos por ellos (Valencia) y Mamá Gorila (Catalunya),
comenzaron a unirse. “Éramos pequeños grupos luchando cada uno en su
zona. Empezamos abriendo grupos privados de chat y luego tuvimos una
reunión el 6 de junio en Sevilla. Muchas plataformas feministas nos dan apoyo en todas las ciudades donde estamos presentes”, explican.
Los datos oficiales hablan de cerca de 43.000 niños tutelados
en el Estado en 2014, pero la Marea sostiene “que hay muchos más”.
“Hemos detectado un aumento muy grande a raíz de la crisis. El 90% de
los casos que tenemos son familias vulnerables, sobre
todo económicamente, o víctimas de violencia de género. Cuando van a
pedir ayuda a los Servicios Sociales, en vez de ayudar, les quitan a los
menores. Enmascaran la pobreza apartando a sus hijos de sus padres. En
el caso de las familias desahuciadas, si nadie les acoge, en 24 horas
les retiran a sus hijos”, denuncian.
“Están convirtiendo situaciones de riesgo en desamparo de facto”, explican desde la Marea Turquesa
Así es como empieza el drama para muchas familias: pidiendo ayuda para alimentar a sus hijos o siendo desahuciadas. Pero las integrantes de la Marea Turquesa hablan de más casos: “Si detectan que tienes pocos recursos económicos, o que no llevas a tus hijos a una guardería que no necesitas, te marcan. Y una vez que ponen el ojo en los niños, ya no hay nada que hacer. A las niñas tuteladas que han sido madres las persiguen toda la vida. Tutelan a los bebés antes de nacer”.
Así es como empieza el drama para muchas familias: pidiendo ayuda para alimentar a sus hijos o siendo desahuciadas. Pero las integrantes de la Marea Turquesa hablan de más casos: “Si detectan que tienes pocos recursos económicos, o que no llevas a tus hijos a una guardería que no necesitas, te marcan. Y una vez que ponen el ojo en los niños, ya no hay nada que hacer. A las niñas tuteladas que han sido madres las persiguen toda la vida. Tutelan a los bebés antes de nacer”.
Un lucrativo negocio
Y es que los niños se han convertido en un negocio. El llamado
“interés superior del menor” está supeditado al rendimiento económico de
su gestión. Los Servicios Sociales están transferidos a las comunidades
autónomas, que privatizan los servicios. Empresas, fundaciones y
asociaciones
–muchas de ellas católicas, otras dependientes de bancos o multinacionales– se lucran con el negocio del dolor. Un dato: cada niño tutelado supone para sus gestores una inyección de unos 4.000 euros al mes. Centros, puntos de encuentro, familias de acogida, cursos… Todo vale para hacer caja. Las afectadas se encuentran entonces con un personal que no es funcionario, con psicólogos no colegiados y cuya lógica es la de la máxima rentabilidad.
–muchas de ellas católicas, otras dependientes de bancos o multinacionales– se lucran con el negocio del dolor. Un dato: cada niño tutelado supone para sus gestores una inyección de unos 4.000 euros al mes. Centros, puntos de encuentro, familias de acogida, cursos… Todo vale para hacer caja. Las afectadas se encuentran entonces con un personal que no es funcionario, con psicólogos no colegiados y cuya lógica es la de la máxima rentabilidad.
Las madres señalan a empresas como la Fundación Diagrama.
“Tiene informes que no son nada imparciales y no hay ningún control
sobre esto. Tiene a sus espaldas denuncias por malos tratos”, señalan.
También O’Belén, fundada en 1999 por Manuel Ureña, arzobispo emérito de Zaragoza; Manuel Pizarro, expresidente de Endesa;
y Javier Morales, director territorial de Ibercaja Madrid, entre otros.
Entre sus patronos han figurado Eduardo Pons, de Peugeot; Julio Mateo,
de Grupo Lábaro; o Javier Herrero Sorriqueta, de Iberdrola.
O’Belén acumula denuncias de malos tratos, algunas de las cuales
motivaron que el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas se
dirigiera al Estado español para transmitir su preocupación por los
protocolos de medicación, las medidas de aislamiento y falta de
transparencia.
Otra entidad es Dianova, especializada en centros de menores con
problemas de drogas, cuyo origen se vincula a la asociación El
Patriarca, catalogada en Francia como secta; o la Fundación Grupo Norte,
que lo mismo gana dinero con la seguridad, la limpieza o el
telemárketing, que con el trabajo social. También denunciada por malos
tratos, su presidente José Rolando Álvarez, ha sido presidente de
Iberaval y consejero de Mapfre Mutualidad.
Una batalla legal
Quienes sufren este calvario se ven obligadas a aprender derecho si
quieren recuperar a sus hijos. Cuando Servicios Sociales decide que hay
que retirar a un menor, sin necesidad de que lo diga un juez, la
Fiscalía de Menores lo firma sin contrastar la veracidad del informe. A
partir de ese momento, tienen dos meses para recurrirlo. Ahí empieza la
batalla legal. “Están convirtiendo situaciones de riesgo en desamparo de
facto. Y no es lo mismo, porque desamparo es maltrato físico y
psicológico grave. Por situaciones de riesgo, a menudo parciales, están
retirando a los niños”, sostienen desde los servicios jurídicos de la
Marea.
La Marea Turquesa ha empezado a salir a la calle los primeros
domingos de cada mes para visibilizar su lucha. El 2 de octubre se
manifestaron en Madrid, Barcelona, Bilbao, Mallorca, Sevilla y León.
“Juntarse funciona. También hacemos labor política”, reconocen. En el
poco tiempo que lleva, la Marea Turquesa ya ha conseguido algunos
logros, como parar alguna preadopción o la devolución de visitas.