El 14 de abril de 1931, hace ochenta años, la monarquía de Alfonso XIII era derribada después de largos meses de movimientos huelguísticos, manifestaciones de masas y agitación política a lo largo y ancho de todo el Estado español. Con la proclamación de la Segunda República, el proceso revolucionario entraba en una fase trascendental que culminaría en el golpe militar del 18 de julio de 1936 y la insurrección proletaria en el territorio dominado por la República. Durante tres años la clase obrera combatió con las armas en la mano al fascismo al tiempo que intentaba llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad.
Cuando toda la sociedad se encuentra sacudida por la mayor crisis del capitalismo en ochenta años; cuando la revolución socialista llama a la puerta del mundo árabe tras las insurrecciones populares en Túnez, Egipto, Libia y otros países de la zona; cuando la burguesía ha desplegado una brutal ofensiva política y económica contra las conquistas históricas del movimiento obrero, y los trabajadores están protagonizando grandes movilizaciones de masas y huelgas generales en Europa, América Latina y el movimiento se extiende incluso a los EEUU, el análisis de la revolución social y la lucha de clases que recorrió la Segunda República cobra nueva luz. De su correcta interpretación se desprende para los revolucionarios conclusiones de gran importancia para afrontar las tareas actuales.
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