La Generalitat, y en concreto Mónica Oltra (vicepresidenta y consejera de Igualdad y Política Inclusiva), por fin ha abierto la caja de Pandora. Tras dos años en el poder, y tras analizar la realidad del sistema de protección de menores, ha hecho lo que se tiene que hacer: denunciar públicamente lo que sucede en los centros, y poner soluciones. Ha anunciado que, para 2020, todos los centros de protección de menores serán de titularidad y gestión pública. Por fin la izquierda en el poder habla claro y actúa, cerrando centros e iniciando un plan para dignificar instalaciones y dotar a la red de profesionales cualificados. Y lo más importante: ha plantado cara al entramado oenegero que controla el sistema de protección.
Ha denunciado, desde el poder político, lo que desde hace años muchos colectivos estamos denunciando: "sistema frágil y a la deriva, caos organizativo, privatizado, desmantelado, sin coordinación ni directrices", "mientras se apostaba por los grandes fastos, se desatendía a los mas débiles; mientras algunos se dedicaban al saqueo no cumplían con sus responsabilidades, las entregaban intencionadamente a empresas privadas, e intencionadamente no ejercían ningún control sobre las mismas y se vulneraban los derechos de los menores", Obviamente, lo denunciado por Oltra es extrapolable a todas las Comunidades Autónomas.
Además, en los últimos meses no paran de saltar escándalos de abusos y prostitución en torno a centros de menores de distintas comunidades autónomas. El último precisamente en Valencia (curiosamente, de las tres niñas víctimas de este pederasta, la única que no ha denunciado es la que sigue internada en un centro de menores). Es normal que este tipo de gentuza pulule en torno a los centros de menores. Lo que no es normal es la impunidad con la que actúan. Muchos profesionales del sector deberían ser investigados (no acusamos a nadie de delitos sexuales), pero en demasiadas ocasiones las niñas víctimas de prostitución terminan encerradas en centros terapéuticos para trastornos de comportamiento (se prostituyen porque su trastorno las lleva a ponerse en riesgo), pero no hay denuncias de por medio contra nadie.
Pero como estamos las tierras del neoliberalismo nacionalcatólico, ya empezamos a vislumbrar el linchamiento que la Brunete mediática y demás secuaces del capital van a orquestrar contra Oltra. Incluso las monjas en cuyo centro se maltrataba a los menores, y que encubrieron a un abusador, se han atrevido a anunciar acciones judiciales contra la vicepresidenta de la Generalitat por sus declaraciones ¡en sede parlamentaria! Todo nuestro apoyo a la compañera. Encima los culpables de la situación que sufren y han sufrido miles de niñas y niños, culpan a Mónica de los males del sistema. El cinismo y la miseria humana de la banda corrupta no tiene límites.
Ahora es necesario llegar hasta el final. Acabar con la privatización y revisar por completo el sistema de protección a la infancia (parece ser la intención de la Generalitat; para esto tiene que servir que el cambio llegue a las instituciones). Es fundamental que se revise también la retirada de tutelas, ya que siguen siendo una manera de castigar la pobreza. Y este proceso tiene que abarcar también el sistema de justicia juvenil.
En otras zonas del estado las fuerzas del cambio también están denunciando la situación, por ejemplo Podemos en Madrid. Oltra ha mostrado el camino. ¡Gracias Mónica!
Ha denunciado, desde el poder político, lo que desde hace años muchos colectivos estamos denunciando: "sistema frágil y a la deriva, caos organizativo, privatizado, desmantelado, sin coordinación ni directrices", "mientras se apostaba por los grandes fastos, se desatendía a los mas débiles; mientras algunos se dedicaban al saqueo no cumplían con sus responsabilidades, las entregaban intencionadamente a empresas privadas, e intencionadamente no ejercían ningún control sobre las mismas y se vulneraban los derechos de los menores", Obviamente, lo denunciado por Oltra es extrapolable a todas las Comunidades Autónomas.
Además, en los últimos meses no paran de saltar escándalos de abusos y prostitución en torno a centros de menores de distintas comunidades autónomas. El último precisamente en Valencia (curiosamente, de las tres niñas víctimas de este pederasta, la única que no ha denunciado es la que sigue internada en un centro de menores). Es normal que este tipo de gentuza pulule en torno a los centros de menores. Lo que no es normal es la impunidad con la que actúan. Muchos profesionales del sector deberían ser investigados (no acusamos a nadie de delitos sexuales), pero en demasiadas ocasiones las niñas víctimas de prostitución terminan encerradas en centros terapéuticos para trastornos de comportamiento (se prostituyen porque su trastorno las lleva a ponerse en riesgo), pero no hay denuncias de por medio contra nadie.
Pero como estamos las tierras del neoliberalismo nacionalcatólico, ya empezamos a vislumbrar el linchamiento que la Brunete mediática y demás secuaces del capital van a orquestrar contra Oltra. Incluso las monjas en cuyo centro se maltrataba a los menores, y que encubrieron a un abusador, se han atrevido a anunciar acciones judiciales contra la vicepresidenta de la Generalitat por sus declaraciones ¡en sede parlamentaria! Todo nuestro apoyo a la compañera. Encima los culpables de la situación que sufren y han sufrido miles de niñas y niños, culpan a Mónica de los males del sistema. El cinismo y la miseria humana de la banda corrupta no tiene límites.
Ahora es necesario llegar hasta el final. Acabar con la privatización y revisar por completo el sistema de protección a la infancia (parece ser la intención de la Generalitat; para esto tiene que servir que el cambio llegue a las instituciones). Es fundamental que se revise también la retirada de tutelas, ya que siguen siendo una manera de castigar la pobreza. Y este proceso tiene que abarcar también el sistema de justicia juvenil.
En otras zonas del estado las fuerzas del cambio también están denunciando la situación, por ejemplo Podemos en Madrid. Oltra ha mostrado el camino. ¡Gracias Mónica!