Desde hace meses, y a pesar del silencio mediático, existe un importante conflicto en la red municipal de atención a personas sin hogar de Madrid. Conflicto abierto porque las condiciones laborales son inaceptables y porque las condiciones en las que se presta el servicio también lo son. En realidad, nada nuevo bajo el sol. Menores, atención a la discapacidad, mayores, ayuda a domicilio, violencia de género, ocio educativo y animación sociocultural...explotación laboral y deficiente atención marcan la realidad de unos Servicios Sociales privatizados.
Situaciones como las que están denunciando las trabajadoras y los trabajadores de los centros La Rosa, Juan Luis Vives y Puerta Abierta son la consecuencia directa de un modelo de gestión neoliberal de los servicios públicos. Mientras el lucro empresarial siga siendo el objetivo soterrado de los Servicios Sociales, éstos no podrán dar respuesta eficaz a las realidades sociales que deben atender. Pero incluso en el centro de acogida San Isidro (de gestión pública, aunque con el servicio socioeducativo privatizado y donde "mandan" las Hermanas de la Caridad) existen graves problemas.
Pero además de por la precariedad y el cuestionable servicio, el sector de la Intervención Social se caracteriza por la presencia de egos exacerbados y redentores de todo pelaje que pululan por sus entrañas. Ahí tenemos como ejemplo al neosanto Padre Ángel, o al también muy católico Emilio Pinto. Pero este perfil no sólo se encuentra al frente de las "entidades", también lo encontramos al frente de las Administraciones. Para entender lo que decimos, basta leer una antigua entrevista a Darío Pérez Madera (jefe de Samur Social) publicada en ABC y titulada "Duele mucho ver a gente en soledad".
Si tanto te duele la situación de las personas sin hogar, no permitirías que la falta de plazas obligue a tantas personas a vivir a la intemperie (son más de 600 y lo sabes, y si no lo sabes ya te lo dicen las propias personas sin hogar). Tampoco permitirías que en centros de acogida de la red que diriges las personas tengan que dormir en el suelo. Y si a tan buenos músicos diriges, ¿por qué permites la degradación de las integradoras sociales no reconociéndoles su categoría profesional y por tanto el trabajo que de facto realizan?
Hay mucho que revisar en nuestros sistemas de protección social. También a nivel filosófico. Porque no recuperamos a nadie, las personas se recuperan, ellas. Un poco de humildad, Darío.