Hoy se celebra en Madrid la I Feria de
Inclusión Social de Madrid. Allí se dan citan numerosas "entidades" de
las que conforman el denominado Tercer Sector (según ellos mismos dicen,
un sector que trabaja en red y que está al lado de las personas más
vulnerables). Un sector que emplea ya al 4´6% de las trabajadoras y
trabajadores en activo (siendo un empleo muy cualificado y
mayoritariamente femenino) y cuyos ingresos representan el 1´5% del PIB
(equivalente a sectores como la metalurgia o las telecomunicaciones).
Además, más del 60% de las entidades
cuentan con más de 20 años de experiencia. Y es que, efectivamente, en
los 90 se produjo una enorme eclosión de ONGs al calor del triunfo del
neoliberalismo y la consiguiente mercantilización de la pobreza. Porque
lo que no cuentan estas solidarias entidades sin ánimo de lucro es que
se lucran a costa de la explotación de las profesionales y de escatimar
medios en los servicios que prestan. Y es lo que realmente son, empresas
de servicios que subcontratan con las distintas administraciones (el
80% de quienes trabajamos en el sector de la Intervención Social lo
hacemos en el sector privado).
Precariedad en forma de contratos
parciales y temporales es lo que nos encontramos, además de sueldos de
mera subsistencia. También son habituales los casos de represión (como
último ejemplo los educadores en pisos de menores tutelados
recientemente despedidos por Fundación Grupo Educativo). No tuvimos
convenio en el sector hasta 2015, y a día de hoy sigue sin estar
implantado ante la resistencia indigna de las entidades sin ánimo de
lucro. Obviamente, en estas condiciones es muy difícil trabajar. Máxime
cuando debido a la privatización, nuestros Servicios Sociales están
diseñados pensando más en el beneficio económico que en prestar una
atención de calidad a la ciudadanía.
Por otro lado, los pasos dados hacia la
profesionalización del sector están en entredicho ante la consolidación
en muchos ámbitos del asistencialismo paternalista, y el fenómeno del
voluntariado (más de un millón de trabajadores gratis), lo que va
configurando un modelo cercano a la beneficencia. Caridad pero
lucrativa, eso sí. Por ejemplo, que el Ayuntamiento de Madrid se niegue a
reconocer la categoría profesional a las integradoras sociales de la
red de atención a personas sin hogar va en esta línea.
No olvidemos que la gran mayoría de las
"entidades" están directa o indirectamente relacionadas con la Iglesia.
Indignante. Es insultante que las monjas Trinitarias, las Adoratrices,
las Hermanas Capuchinas o las Hijas de la Caridad, que encarnaron el
terror fascista gestionando las cárceles de la dictadura o los centros
del Patronato de la Mujer, a día de hoy gestionen recursos incluso de
atención a víctimas de violencia de género o centros de menores. Y es
que no podemos engañarnos, mientras no logremos sacar las pezuñas de
esta tropa de nuestros Servicios Sociales, plantear una Intervención
Social transformadora seguirá siendo una quimera.
Pero sí se pueden cambiar las cosas. Mónica Oltra ha marcado el camino.
Por eso hoy, mientras la patronal se pavonea en el Matadero de Madrid,
La Rosa en Lucha vuelve a exigir a Ahora Madrid la municipalización de
los Servicios Sociales. Porque es mucho lo que está en juego.