El pasado 6 de diciembre, el activista social Lagarder Danciu fue detenido en Málaga por protestar por la situación que viven las personas sin hogar durante un acto de celebración del Día de la Constitución (como metáfora de nuestra democracia no tiene precio). Finalmente ha sido puesto en libertad sin cargos por el juzgado al apreciarse evidentes falacias en el atestado policial de su detención. No se entiende que, de oficio, Fiscalía no presente denuncia por prevaricación contra unos funcionarios públicos que mienten deliberadamente para intentar perjudicar judicialmente a un ciudadano, situación que se repite con enorme frecuencia. Sin embargo, la policía ha ordenado su expulsión del territorio nacional por "peligrosidad social".
(puedes leer la noticia publicada en eldiario.es)
Obviamente Lagarder no supone ningún peligro social. Sin embargo sí supone un peligro para quienes desde las administraciones públicas, en connivencia con las empresas osigeras, han convertido la pobreza en un miserable negocio. Lleva meses recorriendo el estado español denunciando la situación en que se encuentran las personas sin hogar, y el papel que en esta situación juega la Iglesia.
Sin duda, su actividad de denuncia y acción directa no violenta, que ha conseguido que al menos algunos medios de comunicación hablen de la realidad de las personas sin hogar sin pasar por el filtro del Padre Ángel y similares, es la que ha provocado su orden de expulsión. Curiosamente, la policía aún no ha detenido a ninguno de los fascistas que el pasado 20N dieron una paliza al compañero, a pesar de estar plenamente identificados.
No podemos permitir que Lagarder sea expulsado. Por eso con estas líneas pretendemos mostrar nuestra solidaridad con el compañero y hacer un llamamiento para estar pendientes de la evolución del caso y ante posibles movilizaciones de apoyo.