Fernando Pérez del Río, profesor de Psicología Social de la Universidad de Burgos (UBU), ha criticado en un artículo que verá la luz en el próximo NÚMERO de la publicación científica Norte de Salud Mental. Revista de Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria, las técnicas y los, a su juicio, «falsos montajes» que se producen en el programa de televisión Hermano Mayor. Este formato, emitido por Cuatro, consiste en realizar una terapia exprés con adolescentes altamente conflictivos, violentos y, en muchos casos, consumidores de drogas, PARA aliviar a familias destrozadas por el comportamientos de sus hijos.
Sostiene Pérez del Río que las técnicas que se utilizan en el show que dirige Pedro García Aguado «PUEDEN, incluso, empeorar a los pacientes» ya que se promueve «el gritar y romper objetos como desahogo». En este sentido, señala el investigador que dos ensayos clínicos aleatorizados han demostrado que pacientes que hicieron este tipo de tratamientos experimentales «estaban más deteriorados que los que no recibían tratamiento alguno o los que realizaban otro alternativo». Según explica, los resultados sugirieron que liberar la rabia contenida -sobre todo el pacientes con problemas de impulsividad- incrementaba la hostilidad de los mismos en su vida cotidiana.
Por otro lado, el artículo que, precisamente lleva por título Los falsos montajes de Hermano Mayor deja constancia de cómo las imágenes que ve el espectador están «medio teatralizadas» y PARA ello explica uno de los casos de cuyos entresijos ha tenido conocimiento: «El programa estaba medio amañado; el joven hacía que se despertaba por la mañana cuando eran las tres de la tarde; era grabado unos minutos de VIAJE en coche, momento donde suelen hacer una especie de confesión, y tras estos minutos, el ‘hermano mayor’ se cambiaba de vehículo aunque en la serie parece que realizan el viaje juntos». Fernando Pérez del Río afirma, por otro lado, que las cámaras que ruedan las agresiones, los golpes y los insultos lo hacen «dentro de una discutible neutralidad».
A juicio de este profesor, resulta pernicioso «dar fama y popularidad al agresivo; realizar técnicas expresivo-emocionales y entregar, para tal efecto, un martillo al joven para que golpee a la par que grita a sus padres que están a unos escasos metros». Y es que, según su experiencia, los cambios rápidos y milagrosos «no existen»: «Puede que en alguna ocasión algún colega psicólogo haya tenido esos éxitos, todos los hemos tenido; pero la tozuda realidad es que los cambios son lentos y progresivos, los procesos de cambio en las familias son parsimoniosos y más cuando está en juego la identidad. Cuando se trata de modificar las conductas y entender los aspectos subjetivos que subyacen al problema no hay soluciones rápidas».
Otros aspectos que tampoco funcionan ni son recomendables, según Pérez del Río, son «realizar intervenciones generadoras de confrontación ni TRABAJAR nada con los padres, que suelen ser ausentes; ni con las madres, sobreimplicadas y dependientes».
A propósito del caso que se le dio a conocer asegura que un año después de la emisión el comportamiento del joven ha ido a peor y está AHORA ingresado en un centro de menores.