Como no podía ser de otra manera, nos sumamos a la exigencia que ya es un clamor popular: libertad inmediata y sin cargos para los componentes de Títeres Desde Abajo encarcelados por su actuación durante los Carnavales en Madrid. A más de 40 años de la muerte del genocida, el Reino de España sigue ocupando los informativos internacionales por la represión. Aunque ya no fusilan a los titiriteros (¿en esto consistirá eso de la democracia?).
Podría parecer que no se trata más que de un nuevo delirio del nacionalcatolicismo latente en el aparato del estado. Sin embargo creemos que de delirios nada ,saben muy bien lo que hacen. Aquel Viva la Muerte de Millán Astray en el paraninfo de Salamanca no fue fruto de un delirio, sino el anticipo de lo que vino después. Y es que la lucha de clases también se juega en el campo cultural.
De hecho, los Carnavales son una expresion de la lucha de clases. Por eso los prohibió el franquismo, y por eso las clases dominantes intentan controlar las expresiones culturales. De muchas maneras, pero lo hacen. Sin ir más lejos, en las últimas décadas han conseguido que los Carnavales sean más un desfile de modelos que una burla al poder.
La eclosión cultural que acompañó la mal llamada Transición no se produjo gracias a la concesión de libertades formales por los prohombres de la democracia (Suárez y cia), sino que fue una expresión más del fermento revolucionario que recorría las calles del estado español. Ya a finales de los 70 y principios de los 80, cuando los Pactos de La Moncloa certificaron la traición (bloqueándose la lucha política y sindical revolucionaria), el fervor cultural en los barrios obreros supuso una vía de escape a una juventud traicionada y sin muchas expectivas de futuro ante la extensión del paro. Un ejemplo de todo esto fue la enorme explosión musical, que la historiografía oficial pretende circunscribir a la llamada Movida Madrileña, un movimiento cultural eminentemente pequeñoburgués y despolitizado. Aunque se ciñen al ámbito musical, los documentales El rock de nuestra transición y Aquellas Movidas-Rock Radical Vasco reflejan el auge cultural de la época.
Esta situación de comunicación horizontal entre iguales seguía siendo peligrosa. Así que se importó desde Estados Unidos un novedoso, cruel, eficaz y sibilino método de control social: la droga. Y de repente el caballo inundó nuestros barrios (aunque muchos vástagos de la pequeña burguesía también fueron víctima de esta fumigación química de la juventud rebelde). Imprescindible para entender este genocidio democrático el libro Para que no me olvides, de Madres Contra la Droga. Esta introducción de la heroína no sólo aniquiló a toda una generación y volvió a llenar las cárceles con los hijos de la clase obrera, sino que provocó importantes modificaciones culturales. El mito de la inseguridad ciudadana consiguió ir cambiando la mentalidad de barrio por la de urbanización. Y la vida se volvió de puertas para dentro.
La "joven democracia española" (es decir, el bipartidismo clásico burgués) sólo pudo consolidarse gracias a la traición política, la claudicación sindical, el desmantelamiento del movimiento vecinal, el envenenamiento de la juventud y la instauración de la cultura del miedo. Y como remate (o consecuencia) de todo esto, la institucionalización y mercantilización de la producción cultural. De esta forma, han conseguido alejar del mundo de la cultura gran parte de la población, convirtiéndola en meros consumidores pasivos de productos culturales manufacturados. Sólo de esta manera consiguieron imponer el individualismo y la sociedad de consumo, aislándonos en medio de grandes ciudades y castrando nuestro desarrollo cultural. Sin embargo, siempre existieron y existirán focos de resistencia, incluso en los tiempos más difíciles. Los centros sociales se convirtieron en autéticas aldeas galas, no solamente pero sí especialmente en el ámbito cultural. Sin lugares como Minuesa, L'Aldea o La Casika nuestra vida no hubiera sido igual. Es necesario recuperar y extender aquello de Hazlo tú mismo.
Por lo expuesto es tan importante volver a apropiarnos de la cultura. Incluso para definirla de nuevo. Por eso es tan importante que desde los ayuntamientos del cambio se impulsen cambios culturales como las nuevas cabalgatas, la novedosa celebración de San Anton o la organización de estos últimos Carnavales. Y de ahí la rabiosa reacción del facherío azuzado por quienes de verdad mandan. Y precisamente por todo esto es fundamental que los ayuntamientos del cambio no actúen en base a titulares de prensa, que no reculen ni pidan perdón por cuestionar los principios morales y culturales oficiales. Porque la debilidad invita a la agresión. Y porque nos jugamos mucho. Tenemos que recuperar la cultura. Pedir perdón por una obra de títeres mal programada sería lógico en otro contexto de normalización cultural, pero dar alas a los dicen defender a los niños es dar munición al enemigo de clase. Ninguna obra de títeres puede resultar traumática ni perniciosa para las niñas y los niños que la vean, por inapropiada que resulte. No podemos decir lo mismo de otra clase de espectáculos, como en los que se tortura y ejecuta a un animal o en aquellos en los que legionarios armados cantan El novio de la Muerte a un señor torturado y crucificado. Por tanto pedimos firmeza a las compañeras de Ahora Madrid y exijimos que se pongan a la cabeza de la lucha por la liberación de los dos titiriteros encarcelados por un juez que antes fue un policía de la dictadura. Cosas de la democracia.