Desgraciadamente, cada vez que se habla sobre infancia y adolescencia aparecen expertos por todas partes. Que si hay que poner límites, que si los pequeños dictadores, que si hay niños que pican como los pimientos de Padrón, bla bla bla. Y clinc clinc clinc, que en el fondo normalmente se trata de hacer caja.
Entre todos los autoerigidos expertos siempre hay alguno que consigue despuntar en el disparate. Esta vez (y ya van unas cuantas) el señor Emilio Calatayud se ha convertido en protagonista por unas esperpénticas declaraciones. Ya estamos acostumbrados a sus ocurrencias de "cuñao", pero en esta ocasión ha ido más allá. "Las niñas se hacen fotos como putas" dice el caballero, parafraseando a Torrente. El problema es que este señor es juez de menores.
Estas declaraciones (y quien las ha hecho) sirven de metáfora perfecta de la realidad que nos está tocando sufrir. Por un lado, refleja uno de los aspectos más perniciosos de la Ley del Menor, confundir la Pedagogía con el Derecho Penal, de forma que tenemos a educadores ejerciendo de carceleros privatizados y a jueces jugando a educar. Y por otro, muestra la cara más reaccionaria de nuestra judicatura, imbuida de prejuicios machistas.
Entre todos los autoerigidos expertos siempre hay alguno que consigue despuntar en el disparate. Esta vez (y ya van unas cuantas) el señor Emilio Calatayud se ha convertido en protagonista por unas esperpénticas declaraciones. Ya estamos acostumbrados a sus ocurrencias de "cuñao", pero en esta ocasión ha ido más allá. "Las niñas se hacen fotos como putas" dice el caballero, parafraseando a Torrente. El problema es que este señor es juez de menores.
Estas declaraciones (y quien las ha hecho) sirven de metáfora perfecta de la realidad que nos está tocando sufrir. Por un lado, refleja uno de los aspectos más perniciosos de la Ley del Menor, confundir la Pedagogía con el Derecho Penal, de forma que tenemos a educadores ejerciendo de carceleros privatizados y a jueces jugando a educar. Y por otro, muestra la cara más reaccionaria de nuestra judicatura, imbuida de prejuicios machistas.
Afortunadamente, entre tanta mamarrachada y fantochada estamos las profesionales de la Intervención Social. Aunque se echa en falta algo más de valentía a la hora de salir a la palestra en defensa no ya de la profesión, sino del sentido común.