Cada vez que se quiere explicar qué son los Servicios Sociales, en Castilla-La Mancha, hay que remitirse a un pasado que empieza a ser cada vez más lejano. Lejano porque va pasando el tiempo, pero también porque cada vez es más complicado pensar en que algún día se pueda volver a explicar en presente.
Todo lo que diferenciaba los Servicios Sociales de la Beneficencia y la Asistencia Social ha sido ya exterminado en esta Comunidad, primero poco a poco y después de manera brutal.
Todas aquellas funciones que los Servicios Sociales desarrollaban de prevención, intervención social, empoderamiento de personas y colectivos, etc. se han dejado de prestar porque no quedan ni los profesionales que las desarrollaban ni existe un solo euro destinado a estos servicios. El dinero que antes se gestionaba desde los Servicios Sociales Básicos se está desviando a la caridad y beneficencia de Cruz Roja, Cáritas y similares (por ejemplo, “Socorro de los pobres” en Toledo, si, en pleno siglo XXI).
No existen ya los equipos multidisciplinares que permitían llegar al origen de los problemas, e intentar la solución de los mismos y su prevención. En lugar de esto, hay profesionales pagados como Trabajadores Sociales, pero con funciones meramente administrativas, con las manos atadas, sin instrumentos ni tiempo para hacer intervención social ni Trabajo Social. Y, para colmo, ninguna ley asegura la permanencia de ninguna otra figura profesional de la intervención social en nuestro territorio.
La principal razón de ser y el origen de los Servicios Sociales fue la de intervenir con las grandes bolsas de trabajadores pobres y excluidos que generó la Revolución Industrial, con el origen de esa exclusión y esa pobreza, para poder superar individual y grupalmente esa situación en que la explotación por parte del capital se ejercía sobre los trabajadores y trabajadoras y sus familias. Lo que en principio fue Asistencia Social (que superaba a la propia Beneficencia), evolucionó de forma natural con las aportaciones de las Ciencias Sociales Aplicadas (Trabajo Social, Educación Social, Psicología Social, etc.) hacia los Servicios Sociales que llegamos a conocer. Pues bien, estamos ya otra vez en el origen de todo y con unas condiciones sociales que se parecen ya casi de manera calcada a las que existían entonces, en el mismo punto que en Inglaterra a finales del siglo XIX, o para mejor entender, en la España de los años 50: pobres que seguirán siendo pobres a los que hay que dar de comer y un techo común, y si eso lo hacen voluntarios y religiosos cristianos, pues mejor que mejor.
Lo que las Ciencias Sociales Aplicadas han podido aportar a nuestra sociedad eran cosas buenas, muy buenas, pero quizá chocan con los intereses generales de un sistema, el capitalista, que se basa en que las decisiones no las toman, precisamente, sus ciudadanos, y menos aún unos ciudadanos organizados y con las ideas claras de la defensa de sus intereses. Unos Servicios Sociales Públicos, haciendo bien su trabajo, transformando la realidad para mejorar la vida de todas las personas, son un enemigo al que el capitalismo está combatiendo. Que nunca se nos olvide.