Daniel Pont Martín (Madrid, 1949 ) es uno
de los 12.000 presos sociales que poblaron las cárceles españolas del
último período de la dictadura y del inicio de la Transición. Hijo de
una época convulsa caracterizada por la brutalidad y la negación de
todos los derechos sociales y la imposición del miedo a todas las
instituciones oficiales del régimen, Daniel Pont ingresó en prisión a
los diecisiete años al serle aplicada la Ley de Vagos y Maleantes por
unos pequeños robos, cumpliendo por este delito una condena de cinco
años. Seguidamente, a los veintitrés tres años, se le aplicó la Ley de
Peligrosidad y Rehabilitación Social por atraco, lo que le llevó a
ingresar de nuevo en prisión cumpliendo una condena de seis años y
cuatro meses. En su lucha por la supervivencia intramuros, fue uno de
los impulsores y miembros más activos de la Coordinadora de Presos en
Lucha (COPEL), nacida en 1976 en la cárcel de Carabanchel con el
objetivo de conseguir la Amnistía General y el cambio de las normas de
vida en el interior de las prisiones.
¿En qué contexto se dio el empoderamiento del preso social ?
La delincuencia de la dictadura era una
delincuencia de subsistencia. Pero el desarrollismo económico español
supuso la entrada en prisión de delincuentes juveniles más rebeldes y
con una naturaleza muy diferente a la de los presos de la posguerra y
del período de hambre. El cambio de conciencia se dio después, a
primeros de los años 70, con la entrada de presos por drogas,
atracadores extranjeros y presos políticos revolucionarios que tenían
acceso a literatura progresista y otra mentalidad. En la Europa de los
últimos años 60 había un fuerte movimiento de lucha y denuncia en contra
de la prisión especialmente en Francia con el Grupo de Información
sobre las Prisiones (GIP) con Michel Foucault y Daniel Defert al frente y
su heredero, el Comité de Acción de los Prisioneros (CAP ). También en
Italia hubo un movimiento de lucha en las cárceles muy importante como
el de los Núcleos Armados Proletarios (NAP) que, en sus inicios, era una
escisión de un partido de izquierda marxista-leninista y que se nutrió
con decenas de presos sociales. Todo esto y la necesidad de recuperar la
autoestima entre los presos dentro de un contexto donde la
supervivencia se basaba en el abuso de los presos más fuertes sobre los
más débiles, nos llevó a tomar conciencia de nuestra condición.
Cuéntanos qué es la COPEL y de su proceso de formación.
La Copel surgió en un contexto específico
durante los últimos años de la dictadura y los primeros de la
transición a raíz del abandono que sentimos los presos sociales con la
Amnistía Política de Julio del 1976. Al vernos excluidos de la primera
Ley de Amnistía, empezamos a organizarnos de forma espontánea a partir
de denuncias, escritos y comunicados a los medios y los partidos
políticos. También, meses antes, habíamos empezado una campaña anónima
de agitación y de información escribiendo pequeños panfletos en letra
minúscula que distribuíamos anónimamente por las ventanas a los demás
compañeros presos en Carabanchel. Poco tiempo después, la dirección nos
permitió celebrar la primera Asamblea Colectiva en la cárcel de
Carabanchel que convocó, seguidamente, la primera huelga de talleres en
la misma prisión. A finales del 76, la COPEL se hizo visible en el
exterior .
EL motín de Carbanchel se ha presentado como el símbolo irrevocable del presos en lucha .¿Qué pasó aquel 18 de Julio de 1977?
El motín del 18 de Julio de 1977 se
organizó en la rotonda de la 6 ª galería de Carabanchel. En ese añadido
de galería, donde nos tenían aislados alrededor de 40 presos,
convivíamos en comuna: teníamos nuestra biblioteca y funcionábamos de
forma totalmente asamblearia y autoorganizada. De todos los 11 años que
estuve en prisión, nunca viví de esa manera tan horizontal, con tanto
respeto y con tanta fuerza y unidad como entonces. Decidimos dar un paso
más en el pulso que manteníamos contra el Estado. Mientras el revuelo
provocado por el lanzamiento de unos explosivos –fabricados con latas de
conservas y cabezas de cerillas prensadas– hacía su efecto como
maniobra de distracción, siete compañeros voluntarios de la COPEL
subieron al tejado con unas pancartas que habíamos confeccionado
previamente en el patio de la rotonda. Paralelamente, el resto de
compañeros nos tragamos objetos metálicos y nos autolesionamos. Fue la
primera autolesión colectiva y nunca olvidaré, por la carga emocional
que supuso, el vernos unidos 26 compañeros chorreando sangre abundante
mientras cantábamos el himno de la COPEL, que es una adaptación del
bella ciao. A nuestro paso se unieron otros presos hasta amotinarse
prácticamente toda la prisión. Al final subieron al tejado de
Carabanchel unos setecientos presos, sumándose unas veintidós tantas
cárceles más de todo el Estado.
¿Cómo desapareció la COPEL?
El Estado fue capaz de neutralizar la
lucha de la COPEL utilizando los medios represivos más intensos como el
aislamiento y la tortura. Nosotros resistimos con dignidad hasta los
últimos meses del 78, momento en que el Estado se aferró al artículo 10
del reglamento penitenciario, que aprobaba el aislamiento indefinido de
presos que consideraban rebeldes. El último año que estuve en la cárcel
antes de salir en libertad en abril del 79 lo pasé en régimen de
aislamiento en el Puerto de Santa María. Lo que perseguían era mi
destrucción psicológica, así como lo hace el régimen FIES cerrando los
presos durante 22 o 23 horas en celdas de aislamiento de escasos metros,
sin luz natural ni ventilación. Paralelamente, la dirección de
Carabanchel propició la creación de un grupo de incontrolados
instrumentalizados por la policía, con la única intención de reproducir
el antiguo statu quo fascista de los presos más fuertes sobre los más
débiles. Todo aquello nos recordaba a los guerrilleros de extrema
derecha de Cristo Rey. Por último, la introducción de la heroína y las
constantes manipulaciones de los medios de comunicación del régimen
provocaron el abandono progresivo del apoyo exterior .
¿Cómo se legitiman las cárceles? ¿Crees que hay una relación directa entre el poder y la delincuencia?
La función de la prisión, según la teoría
que nos dice el sistema legislativo y judicial, es la de mantener un
sistema de convivencia social aparentemente equilibrado. Pero lo que
realmente se esconde detrás de estas leyes es el interés de defender una
clase social hegemónica por encima de otra que sumisamente lo acepta,
castigando cruelmente a aquellos que no se integran dentro de este orden
social establecido. En la práctica, la prisión sólo ocasiona
sufrimiento y destrucción. No tiene ningún sentido mantener la prisión
en pleno siglo XXI. Pero, si no se cambia esta sociedad de una forma
radical con una revolución social profunda, no hay nada que hacer,
porque el alimento de la prisión es el mismo poder que ejerce este
sistema. La delincuencia interesa porque el Estado necesita del enemigo
necesario y necesita del miedo y de la represión para mantener el
control social. Esto es lo que nos quieren imponer con la Ley de
Seguridad Ciudadana: amordazar a los sectores sociales que no aceptan
sumisamente la precariedad de nuestras vidas provocadas por la crisis
del capitalismo y el carácter de una clase dirigente corrupta y
poderosa.
El triunfo de un modelo
penitenciario, entendiendo la rehabilitación de sus presos como meta,
debería tener como consecuencia la reducción de presos ¿Cómo se explica
que actualmente haya 73.000 presos en el estado Español?
El panorama penitenciario es pesimista,
sobre todo porque las cárceles están llenas. El discurso social
normalizado es que la cárcel es necesaria, sin cuestionarse en absoluto
el porqué de este tipo de cárceles y leyes; ni qué representa ni qué
intereses defiende. La rehabilitación relacionada con esta sociedad es
una falacia. No es posible que una sociedad que genera violencia,
injusticia y represión, rehabilite socialmente a nadie. Yo no me
considero rehabilitado; al menos, he cambiando mi conciencia y he
aprendido a sobrevivir con otros valores. La rehabilitación social es un
concepto originado con la religión católica. Desde sus orígenes, sobre
todo en la dictadura la iglesia católica siempre ha estado muy ligada
con la administración de la represión. Por otra parte, ¿qué trabajos
rehabilitadores hay en las cárceles que sean profesionalmente factibles
de incorporarse a la vida en libertad? Escasísimos talleres, con un tipo
de trabajo alienante y sin ninguna opción de adecuarlo a las
necesidades laborales del mundo exterior. Y no nos olvidemos de la toda
industria penitenciaria que se beneficia por el cierre de casa preso.
¿Qué repercusiones reales puede
llevar el historial de un preso insumiso? ¿Podemos enmarcar la huelga de
hambre que mantiene José Antúnez Becerra desde el 14 de Enero en Brians
2 dentro de este patrón?
La huelga de hambre de Antúnez Becerra la
enmarco dentro de la urgencia de denuncia de la cadena perpetua
encubierta que sufre y de la dureza en el tratamiento penitenciario; sin
olvidarnos del goteo interminable de decenas de suicidios. Antúnez es
un hombre con unas características singulares: ex miembro de COPEL, fue
uno de los cuarenta y cinco reclusos que protagonizaron la fuga de la
Modelo en 1978. También participó en el motín de Quatre Camins en 2004
como denuncia los brutales malos tratos que se daban en esta prisión.
José Antúnez ha sido siempre un hombre reivindicativo, autodidacta e
insumiso a aceptar la injusticia carcelaria tan inherente a la
Institución y por ello requiere el máximo respeto y el máximo apoyo.
Traducción al castellano de una entrevista de Neus Solá a Daniel Pont en la Directa