Estas pasadas fiestas se cumplieron 25 años de las Navidades Negras en Asturias. El duro conflicto de la minería, centrado en Hunosa, que se desarrolló entre diciembre del 91 y enero del 92 (paradojas de la historia, mientras se desmoronaba la Unión Soviética). Conflicto que finalmente se saldó con la trágica fórmula de las prejubilaciones y cierre de instalaciones, con la consecuente pérdida de empleo y de músculo industrial.
El 23 de diciembre de 1991 los 20000 mineros de Hunosa se declararon en huelga, sin previo aviso, llamando a extender el paro a toda la minería asturiana para los días 26 y 27. La convocatoria se produce en respuesta a los planes de reestructuración de Hunosa (destrucción de 6000 puestos de trabajo y cierre de instalaciones, entre ellas varios pozos) y por la reindustrialización de Asturias. 36 dirigentes mineros de CCOO y SOMA-UGT iniciaron un encierro en el pozo Barredo. Los enfrentamientos contra las fuerzas del estado se producen desde el primer momento. Enfrentamientos especialmente duros en Mieres, donde los antidisturbios disparan pelotazos contra las casas. Los mineros se defienden valientemente. Como respuesta a la brutal represión, un grupo de encapuchados asalta las oficinas de Hunosa.
El lunes 30 de diciembre, los encerrados en pozo Barredo anuncian el recrudecimineto de las movilizaciones, manteniendo la huelga una semana más en Hunosa, extendiendo el paro al resto de la minería el jueves y el viernes. Además, para ese viernes 3 de enero, los sindicatos convocan huelga general en las cuencas del Nalón y del Caudal. El paro es total y una masiva manifestación termina en el pozo Barredo, para recibir a los sindicalistas que dan por finalizado el encierro. El 4 de enero los sindicatos dan por finalizada la "primera fase de movilización" y hacen un llamamiento a volver a la normalidad laboral en Hunosa. Sin embargo, las asambleas celebradas en los pozos deciden continuar con la huelga, desoyendo a sus propios dirigentes. Siguen adelante los paros, aunque van perdiendo fuerza.
El 9 de enero fracasa el intento de los alcaldes de las comarcas mineras de buscar una salida negociada al conflicto, ante la negativa del gobierno de modificar sus planes para Hunosa. Como respuesta el paro vuelve a ser total en los pozos y se recrudecen los enfrentamientos en las calles. El 10 de enero los estudiantes de Langreo y Mieres salen a la huelga y sustituyen a los mineros en las barricadas, cortando el acceso al valle del Nalón. Continúa el paro y los enfrentamientos con las fuerzas de represión, llegando el día 13 los disturbios hasta Oviedo.
El 15 de enero, por primera vez Felipe González se refiere públicamente al conflicto, defendiendo el plan de reestructuración. La consumación de esta nueva traición supone un enorme jarro de agua fría, lo que junto a la tibieza y los titubeos de los dirigentes sindicales, hace que poco a poco la normalidad laboral se vaya imponiendo en los pozos. Ese mismo día, se reanuda la producción de carbón por primera vez desde el inicio del conflicto. Pero el conflicto no estaba finalizado. Los estudiantes de las cuencas vuelven a la huelga los días 16 y 17, produciéndose de nuevo enfrentamientos con los antidisturbios durante las masivas manifestaciones.
Finalmente los sindicatos claudican, aceptando un plan que incluye miles de prejubilaciones, acelerándose el cierre de pozos y el desmantelamiento del sector minero. Un largo conflicto en defensa de la minería que nunca se cierra y que demuestra la debacle del sindicalismo de pactos y paz social.
El 23 de diciembre de 1991 los 20000 mineros de Hunosa se declararon en huelga, sin previo aviso, llamando a extender el paro a toda la minería asturiana para los días 26 y 27. La convocatoria se produce en respuesta a los planes de reestructuración de Hunosa (destrucción de 6000 puestos de trabajo y cierre de instalaciones, entre ellas varios pozos) y por la reindustrialización de Asturias. 36 dirigentes mineros de CCOO y SOMA-UGT iniciaron un encierro en el pozo Barredo. Los enfrentamientos contra las fuerzas del estado se producen desde el primer momento. Enfrentamientos especialmente duros en Mieres, donde los antidisturbios disparan pelotazos contra las casas. Los mineros se defienden valientemente. Como respuesta a la brutal represión, un grupo de encapuchados asalta las oficinas de Hunosa.
El lunes 30 de diciembre, los encerrados en pozo Barredo anuncian el recrudecimineto de las movilizaciones, manteniendo la huelga una semana más en Hunosa, extendiendo el paro al resto de la minería el jueves y el viernes. Además, para ese viernes 3 de enero, los sindicatos convocan huelga general en las cuencas del Nalón y del Caudal. El paro es total y una masiva manifestación termina en el pozo Barredo, para recibir a los sindicalistas que dan por finalizado el encierro. El 4 de enero los sindicatos dan por finalizada la "primera fase de movilización" y hacen un llamamiento a volver a la normalidad laboral en Hunosa. Sin embargo, las asambleas celebradas en los pozos deciden continuar con la huelga, desoyendo a sus propios dirigentes. Siguen adelante los paros, aunque van perdiendo fuerza.
El 9 de enero fracasa el intento de los alcaldes de las comarcas mineras de buscar una salida negociada al conflicto, ante la negativa del gobierno de modificar sus planes para Hunosa. Como respuesta el paro vuelve a ser total en los pozos y se recrudecen los enfrentamientos en las calles. El 10 de enero los estudiantes de Langreo y Mieres salen a la huelga y sustituyen a los mineros en las barricadas, cortando el acceso al valle del Nalón. Continúa el paro y los enfrentamientos con las fuerzas de represión, llegando el día 13 los disturbios hasta Oviedo.
El 15 de enero, por primera vez Felipe González se refiere públicamente al conflicto, defendiendo el plan de reestructuración. La consumación de esta nueva traición supone un enorme jarro de agua fría, lo que junto a la tibieza y los titubeos de los dirigentes sindicales, hace que poco a poco la normalidad laboral se vaya imponiendo en los pozos. Ese mismo día, se reanuda la producción de carbón por primera vez desde el inicio del conflicto. Pero el conflicto no estaba finalizado. Los estudiantes de las cuencas vuelven a la huelga los días 16 y 17, produciéndose de nuevo enfrentamientos con los antidisturbios durante las masivas manifestaciones.
Finalmente los sindicatos claudican, aceptando un plan que incluye miles de prejubilaciones, acelerándose el cierre de pozos y el desmantelamiento del sector minero. Un largo conflicto en defensa de la minería que nunca se cierra y que demuestra la debacle del sindicalismo de pactos y paz social.
Los planes de la burguesía europea (con el beneplácito de la parasitaria burguesía nobiliaria patria) pasaban por someter las economías del sur a los intereses del norte. Incluso hay quien denunciaba que se pretendía convertir a España en el burdel de Europa. Estos planes precisaban del desmantelamiento industrial de nuestro país (pese a sus fuertes debilidades estructurales, en 1974 el estado español era la décima potencia mundial a nivel industrial). Para lograrlo contaban con la traición del PSOE, encabezado por Felipe González. La conocida como reconversión industrial fue un crimen contra la clase trabajadora de nuestro país. De aquellos polvos vienen los lodos en los que nos ahogamos hoy. Mientras el paro hacía estragos y se preparaba el camino para un nuevo mercado laboral basado en la precariedad absoluta, los de siempre se zambullían en la cultura del pelotazo y se hinchaban a robar de los fondos europeos entregados como caramelo envenenado a cambio de destrozar el sistema productivo del país.
La clase obrera defendió a pecho descubierto los puestos de trabajo, frente a la encarnizada represión de los esbirros de Barrionuevo y Corcuera y la difamación de los medios de comunicación que acompañaban a cada cierre industrial. Pero las direcciones sindicales de CCOO y UGT no estuvieron a la altura. En esos momentos ya se había impuesto el modelo sindical basado en la concertación y la colaboración de clases. Una y otra vez, se aplicaba la teoría del mal menor. Pérdida de derechos para mantener el empleo, EREs a cambio de promesas de futuras recolocaciones que nunca llegaban, prejubilaciones (que no eran más que garantizar el pan de hoy a cambio de condenar al paro y la explotación a las siguientes generaciones)...
Si el sector minero no ha desaparecido por completo en nuestro país, (y con él comarcas enteras) es gracias a la lucha de las familias mineras y de las cuencas. Aunque desde entonces vive una lenta y dolorosa agonía, propiciada en gran parte por el chivato y traidor José Ángel Fernández Villa (eterno dirigente del SOMA-UGT), que a la postre ha resultado no ser más que un vulgar ladrón. SOMA-UGT, quien te ha visto y quien te ve.
Si el sector minero no ha desaparecido por completo en nuestro país, (y con él comarcas enteras) es gracias a la lucha de las familias mineras y de las cuencas. Aunque desde entonces vive una lenta y dolorosa agonía, propiciada en gran parte por el chivato y traidor José Ángel Fernández Villa (eterno dirigente del SOMA-UGT), que a la postre ha resultado no ser más que un vulgar ladrón. SOMA-UGT, quien te ha visto y quien te ve.
Y así, de derrota en derrota hasta la situación actual. Nos vendieron la moto de la construcción y ya vemos los resultados. Y nos engatusaron con los cantos de sirena del turismo. No parece casualidad la expansión del turismo low cost. Y ya estamos entre los 10 principales destinos de turismo sexual (junto a República Dominicana, Holanda, Brasil, Indonesia, Kenya, Colombia, Camboya, Filipinas y Tailandia). Parece que lo están consiguiendo, al final tenían razón los del burdel. Pero que tengan cuidado, que la paz social ya deja ver sus grietas.